Hace poco, unos días,
se casó en esta parroquia una joven cuya profesión es de ser florista.
Como era de esperar no sólo hubo flores, sino arte floral a
tope.
Los bancos tenía alternativamente ramilletes de flores, los altares laterales unas grandes
guirnaldas a lo largo del altar, y el altar mayor, además de la guirnalda tenía un
juego de flores que cubría y adornaba todo
el frente del altar, como puede verse en
la foto.
En la calle una gran alfombra roja y distintos ramos de
flores como para la entrada de una reina.
Hay maridos que sus mujeres les llaman la reina.
Felicito a la novia y a quienes le ayudaron, pues la iglesia
estaba de ensueño, como para un gran día.
Se me ocurre una pregunta que estos días me hago con frecuencia:
y ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Qué es lo invisible?
Quizá ni la misma novia me lo sabría decir o quizás sí, pues
el pensar es privilegio de los humanos.
Pienso en varias cosas invisibles pero presentes detrás de
todo esto:
La primera es que quizá la novia quiere agradar al novio. Su
interés por el adorno de la iglesia indica mucho afecto y ganas de agradar.
Pero tal vez en esa magnificencia se quiere hacer ver lo
grande que es el matrimonio, gran
vocación, verdaderamente importante y
con mucho futuro y proyección.
Puede ser también que ofrece a Dios todo aquel trabajo y
belleza como acción de gracias y como petición
de ayuda en un futuro próximo y aun lejano. Desde luego, si lo hace por Dios,
será una maravilla, pues Dios paga con el ciento por uno. Cuando llegue al
cielo ¡que arreglos florales tendrá al llegar!.
También podemos considerar que cada flor es una oración, al
menos así debiera ser y así lo quiero pensar. ¡cuantas peticiones y alabanzas
había ese día en la iglesia y en esta boda !.
Pero más importante aun que todo eso, son las personas: Jesús
que les bendice, la Virgen que, como madre, les protege, los padrinos que rezan
por ellos y toda la gente invitada que les rodea de afecto y buenos deseos.
La novia se llama Ana María Vidal Moreiras y el novio Alberto Cerqueiro Cendal. Les deseo que formen una familia cristiana siguiendo la voluntad de Dios. Decía Alexia, una niña que ya es venerable: Jesús que yo haga siempre lo que Tú quieres. Así también todos nosotros.