EL CAMINO NEOCATECUMENAL
Por Kiko Argüello
y Carmen Hernández
y Carmen Hernández
Tabla de contenidos:
El Señor nos ha llamado a vivir un camino de conversión, a través del cual estamos descubriendo la inmensa riqueza de nuestra fe en un catecumenado post-bautismal. Durante este catecumenado, gradualmente, etapa por etapa, paso a paso, descendemos a las aguas de la regeneración eterna, de forma que el bautismo que la Iglesia nos confió en el pasado, mediante nuestra adhesión a él, se convierta en sacramento de salvación, en buena noticia para todos los hombres. A través del Neocatecumenado se abre en el centro de la parroquia un camino de iniciación cristiana que desarrolla un trabajo pastoral de evangelización para adultos. Esta evangelización está trayendo a una fe viva a muchos de nuestros hermanos quienes hoy viven un cristianismo de costumbres y hábitos y está permitiendo que mucha gente sumergida en un mundo secularizado tenga la posibilidad de encontrarse con Jesucristo a través de comunidades cristianas que viven su fe en un nivel adulto del amor en la dimensión de la cruz y en una unidad perfecta.
Para nuestra sorpresa, fuimos testigos de una palabra que, tomando carne entre estas personas pobres que la acogían con alegría, produjo el nacimiento de una comunidad en la oración y en una liturgia sorprendente como respuesta de todos estos hermanos quienes bendecían al Señor por haberse acordado de ellos. Por tanto, en el espacio de tres años, vimos aparecer ante nuestros ojos un trípode en el cual se basaría el Camino que el Señor estaba creando: el embrión de un Catecumenado, en una Iglesia donde la comunión fraterna fuera tomando entidad, en la cual el amor se tomara en una dimensión que sorprendía a todo el mundo, en la dimensión de la cruz, donde es posible morir por el enemigo.
Este amor, hecho visible en una pequeña comunidad, fue el signo que llamó a la fe a mucha gente cuyas vidas estaban alejadas de la Iglesia. El resultado fue que los sacerdotes de la parroquia de San Frontis en Zamora y de Cristo Rey en Madrid nos invitaron a traer a sus parroquias la experiencia de las catequesis que habían observado. Para nuestra sorpresa, incluso en estas parroquias donde el entorno social era totalmente distinto de las chabolas, vimos cómo nacían comunidades en un camino hacia la conversión después del anuncio del kerigma y dos meses de catequesis.
Cuando el Arzobispo de Madrid, en aquel momento, el Reverendísimo Monseñor Casimiro Morcillo, se puso en contacto con esta realidad, que él apoyó con entusiasmo, fue él mismo quien nos envió a las parroquias que deseaban comenzar la experiencia, mientras que nos exhortaba a actuar siempre en unión con el párroco. Esta experiencia se extendió rápidamente en Madrid y en otras diócesis españolas.
En 1968 fuimos invitados a venir a Roma, llevando una carta del Arzobispo de Madrid para el Cardenal Dell'Acqua, entonces Vicario de Roma, y empezamos las mismas catequesis en la parroquia de los Mártires de Canadáa. A partir de entonces se extendió por toda la diócesis mediante la predicación de los catequistas elegidos de las primeras comunidades, y en muchos otros países, en todos los continentes, incluyendo los paises misioneros.
Muy pronto, las peticiones hechas por los párrocos en otras diócesis dieron origen al carisma de catequistas itinerantes, quienes dejan su propia comunidad por un cierto tiempo y se ponen a disposición para llevar el Neocatecumenado a las diócesis que lo piden.
Muchos equipos de catequistas itinerantes, después de la experiencia de evangelización en su propio país, han sido llamados por el Señor a abrir el Camino en otros países, de donde venían numerosas peticiones - desde obispos hasta párrocos - particularmente desde 1972 en adelante.
Una de las mayores experiencias que hoy tenemos y por la cual bendecimos al Señor, es ver cómo Dios nos permite anunciar el Evangelio en tantas partes del mundo. Y no sólo proclamamos el kerigma, sino que aparece un camino para la gestación de la fe basado en una comunidad, a través del cual, con el tiempo, el párroco puede pasar de una pastoral concentrada en los sacramentos a una pastoral de evangelización.
Una de las mayores experiencias que hoy tenemos y por la cual bendecimos al Señor, es ver cómo Dios nos permite anunciar el Evangelio en tantas partes del mundo. Y no sólo proclamamos el kerigma, sino que aparece un camino para la gestación de la fe basado en una comunidad, a través del cual, con el tiempo, el párroco puede pasar de una pastoral concentrada en los sacramentos a una pastoral de evangelización.
El Camino Neocatecumenal se vive dentro de la estructura existente de la parroquia y en comunión con el obispo, en pequeñas comunidades compuestas por gente diferente en edad, estatus social, apariencia y cultura. No es un grupo formado espontáneamente, ni una asociación, ni un movimiento espiritual, ni una elite dentro de la parroquia. Más bien es un grupo de gente que desean redescubrir y vivir la vida cristiana en toda su plenitud, vivir las consecuencias esenciales de su Bautismo, por medio de un Neocatecumenado dividido en diferentes etapas, tal como el Catecumentado de la Iglesia primitiva, pero adaptado a su condición de personas ya bautizadas.
Como consecuencia, estas comunidades tienen la misión de ser, en el interior de la parroquia, el signo y sacramento de la Iglesia misionera (Sínodo de Obispos), de abrir un camino concreto de evangelización para los alejados, dando -en la medida en la que la fe se ha desarrollado- los signos que llaman a conversión a los paganos, esto es, el amor en la dimensión de la cruz y la unidad. "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos" (Jn, 12, 34-35). "Padre, que sean uno en nosotros, como Tú lo eres en Mí y Yo en Ti, para que el mundo crea que eres Tú quien me ha enviado" (Jn, 17,21)
Como consecuencia, estas comunidades tienen la misión de ser, en el interior de la parroquia, el signo y sacramento de la Iglesia misionera (Sínodo de Obispos), de abrir un camino concreto de evangelización para los alejados, dando -en la medida en la que la fe se ha desarrollado- los signos que llaman a conversión a los paganos, esto es, el amor en la dimensión de la cruz y la unidad. "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos" (Jn, 12, 34-35). "Padre, que sean uno en nosotros, como Tú lo eres en Mí y Yo en Ti, para que el mundo crea que eres Tú quien me ha enviado" (Jn, 17,21)
A la luz del Concilio Ecuménico Vaticano II, las Comunidades Neocatecumenales surgieron como un camino concreto de reconstruir la Iglesia en la forma de pequeñas comunidades que son el cuerpo visible de Cristo resucitado en el mundo. Estas comunidades no se imponen, consideran una obligación no destruir nada, sino respetar todo. Se presentan a ellos mismos como el fruto de una Iglesia en renovación, que dice a sus Padres que ellos han tenido muchos frutos, pues las comunidades han nacido de ellos.
Donde la experiencia se desarrolla, se puede observar una nueva estructura para la Iglesia local, formada por pequeñas comunidades cristianas como un cuerpo orgánico el cual, en la medida en que la fe surge entre ellos, producen carismas de madurez y requiere ministros para ayudar, servir, y hacer tal renovación posible, puesto que ellos son los medios que Dios ha deseado para hacer construir la Iglesia constantemente (Ef, 4,11; 1Cor 12). Por tanto estamos viendo los carismas que hacen presente a Cristo completo, Cristo el Apóstol, el Profeta, el Diácono, el Pastor, el Maestro, fiel al Padre, unido con su Iglesia, compadeciéndose de todo aquel que sufre, etc. Y estos carismas aparecen en cada comunidad en el presbítero, en el responsable (para quien se pide el diaconado), en los catequistas locales e itinerantes, en las vírgenes, viudas, matrimonios, etc.)
A/MU: El primer objetivo perseguido en el Neocatecumenado o iniciación de la fe es la formación de la comunidad. Lo anterior, al principio, es muy imperfecto, porque siempre está condicionado por la adhesión individual a la Palabra. Entonces, poco a poco, nuestros propios defectos surgen, obligándonos a replantearnos constantemente nuestra fe. Nuestra incapacidad de amar a los otros, esto es, de aceptar lo que nos destruye de ellos, es decir, sus fallos, hace surgir una gran pregunta para nosotros. Amar empieza a aparecer como la destrucción de nosotros mismos, esto es, de lo que es nuestra seguridad. Amar significa morir y nuestra tragedia es precisamente que no queremos morir. Amar al otro cuando es diferente de lo que yo deseo siempre significa un salto en la oscuridad, significará superar la muerte.
El capítulo segundo de la carta a los Hebreos (Hb, 2, 14s) dice que toda su vida el hombre es esclavo del mal y del pecado por su miedo a la muerte: por esta razón Jesucristo ha venido "a destruir a través de Su muerte al señor de la muerte, el diablo, y a liberarnos de todo aquello que nos esclavizaba antes en nuestra vida por miedo a la muerte" (/Hb/02/14-15)
A-H/SIGNO-RS: Si amar significa realmente pasar de nosotros mismos al otro, esto es, morir a nosotros mismos (y todos nosotros estamos sujetos al pecado durante nuestra vida por el miedo a la muerte), esta claro que si la muerte no ha sido vencida por la resurrección de Jesucristo, nosotros no podemos amar. ¿Cual será entonces el signo de que nosotros hemos resucitado con Cristo? El amor por encima de la muerte, el amor en la dimensión de la cruz, amar al enemigo, "como Yo os he amado" (/Jn/13/34-35). "Por este amor todos conocerán que sois mis discípulos". Para esto es necesario nacer de Dios, recibir a través del Espíritu Santo la nueva vida de Cristo resucitado de la muerte. "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, y podemos estar seguros de esto porque amamos a nuestros hermanos"
(/1Jn/03/14).
¿Dónde nacen estas comunidades que hacen presente a Jesucristo resucitado irradiando el amor que han recibido gratuitamente? La respuesta es: en la parroquia, que es el lugar más adecuado para que aparezca la Iglesia local como "sacramento de salvación", sin crear una Iglesia
paralela, sin destruir nada, tomando gradualmente la realidad de la Iglesia hoy y el período de transición en que está actualmente.
paralela, sin destruir nada, tomando gradualmente la realidad de la Iglesia hoy y el período de transición en que está actualmente.
Hoy, los cristianos más tradicionales viven su fe en un nivel infantil, como se muestra claramente por la separación entre religión y vida en ellos. Por tanto, existe la necesidad absoluta de un proceso de conversión serio, que tome lugar en nuestra experiencia de cada día. Es un tiempo, guiados por la Palabra de Dios y la celebración de la Penitencia y la Eucaristía, y vivido dentro de un marco concreto de una comunidad, para experimentar a Cristo el Salvador, para experimentar el Reino de Dios que nos está alcanzando y experimentar la alegría de la paz.
Para llegar a esto es necesario dar signos de fe en la situación que nos rodea, signos que hacen a Cristo presente y creíble, y signos que muestren claramente al hombre de la calle que Cristo le ama a él y está dispuesto a liberarlo de su alineación, de su sufrimiento, de la muerte.
"Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos" (Jn 12, 34-35).
"Padre, que sean uno en nosotros, como Tú lo eres en Mí y Yo en Ti, para que el mundo (el hombre de la calle) crea que eres Tú quien me ha enviado" (Jn, 17,21).
Los signos de fe llaman a la parroquia a conversión. A través del amor y de la unidad de estas comunidades la parroquia en su totalidad es llamada a conversión, de forma que puede verse que donde se han formado estas comunidades, la parroquia ha sido revolucionada de una forma positiva. Los signos que crean alrededor de ellos hacen surgir preguntas y como resultado llama a mucha gente que estaba alejada de la Iglesia a entrar en comunidades similares en la parroquia. De esta forma, una nueva estructura parroquial empieza a aparecer, sin destruir la existente, hace a todos los hermanos conscientes de la absoluta necesidad hoy de una profundización en la fe.
Esto es la vuelta a la comunidad, a la gente de Dios de las comunidades de la Iglesia Primitiva en las cuales el amor en la dimensión de la Cruz y de la unidad perfecta actúa como levadura, luz y sal, en el entorno que les rodea. Una vez de nuevo, el grito "Ver cómo se aman unos a otros" surge, llamándolos a conversión.
Cuando un párroco desea iniciar el Camino Neocatecumenal en su parroquia, contacta con otra parroquia donde ya existan Comunidades Neocatecumenales. Una vez que conoce lo que es el Camino, si desea implicarse él mismo pide que le envíen catequistas. Estos catequistas supervisan el comienzo del Catecumenado, y lo dirigen en comunión con el párroco.
Los catequistas también hablan con todos los sacerdotes de la parroquia, exponiéndoles a ellos la necesidad de supervisar un trabajo pastoral de evangelización en la parroquia, a través de un catecumenado post-bautismal.
Entonces ellos tienen encuentros con los diversos grupos de la parroquia y finalmente invitan a todos los fieles durante la Misa Dominical. El equipo de catequistas está formado por un sacerdote, quien garantiza la ortodoxia y el magisterio de la Iglesia en el anuncio, un matrimonio y una persona joven, quienes forman una pequeña comunidad de evangelización.
La primera etapa en el Camino es el kerigma, la proclamación de la salvación, que se desarrolla mediante un diálogo existencial y directo, que se centra en el impacto del Cristianismo en la vida de las personas. Las catequesis se basan en un trípode sobre el cual se basará todo el catecumenado: Palabra-Liturgia-Comunidad.
Una vez se ha formado la comunidad, empieza la segunda etapa; el precatecumenado. Este es un período de conocimiento en el cual cada uno de los hermanos ve probada su fe caminando junto a los otros, también imperfectos, pecadores, en la novedad de una comunidad concreta que funciona como un espejo, para mostrar a cada uno claramente su propia realidad, llamándolos, por tanto, a conversión.
En este tiempo, la comunidad necesita una palabra para iluminar su realidad y ayudarla. Por tanto, celebra la Palabra de Dios, una vez por semana, en temas apropiados - palabra, cordero, novia, etc. - como una iniciación en el lenguaje de la Biblia. La Eucaristía del domingo se celebra el Sábado por la noche. Una vez al mes se celebra el sacramento de la Penitencia. Un domingo cada mes hay una convivencia donde se da a cada uno la oportunidad de hablar libremente en la comunidad sobre su propia experiencia de la Palabra, para decir cómo está influenciando su vida en el trabajo, familia, sexualidad, relaciones sociales, en relación al dinero, etc.
Después de dos años, los catequistas que han supervisado el inicio de la comunidad, vuelven, y en una convivencia de tres días, preparan la comunidad para el primer escrutinio para el paso al catecumenado. En este escrutinio, en la presencia del Obispo, la primera parte del Bautismo se pone ante la persona, de forma que puedan decir "Amén" y así la gracia que este sacramento otorga en ellos pueda crecer y desarrollarse. Por tanto, la puerta del catecumenado se abre para ellos.
El catecumenado consiste en dos períodos. Durante el primero, la comunidad persevera con la Palabra, la Eucaristía y la comunión entre los hermanos, experimentando el poder de Cristo, dirigiendo el Neocatecumenado a poner a Dios como el centro de sus vidas, gradualmente desnudándose ellos mismos, pero sin esfuerzo, de todos los ídolos (dinero, carrera, afectos) mientras continúan vigilando como vírgenes en espera del novio. Después de otro año, los catequistas vuelven para preparar el escrutinio para la entrada final en el catecumenado, de forma que si el primer escrutinio se podía comparar con una puerta que se abre, en el segundo escrutinio las puertas de cierran. Los catecúmenos son ahora iniciados por los catequistas en una oración individual, diaria y profunda, con la entrega de los salmos. Entonces, a través de la Traditio y la Reditio Symboli, descubren como el Bautismo que se les dio una vez en la Iglesia, los convierte en personas enviadas, testigos de su fe allí donde trabajan, en sus familias y sobre todo trabajando en la parroquia en un apostolado hecho explícitamente en el anuncio del Evangelio, de dos en dos, por todas las casas de su vecindario, y en el trabajo como catequistas de la parroquia, etc.
En esta etapa del Camino, los miembros de la comunidad se vuelven responsables de transmitir la fe a sus hijos. Por tanto, tres tipos de actividades tienen lugar: primero en la familia, con la participación de los hijos, segundo en la comunidad y finalmente hay encuentros de todas las comunidades parroquiales con motivo de las grandes fiestas, como la Vigilia de Pascua. Hemos descubierto que la alegría mayor y el centro de nuestra vida está en la celebración de Pascua, en una gran vigilia que dura hasta el amanecer.
Después de esto, el descubrimiento de cómo el Bautismo nos hace hijos de Dios, tiene lugar a través del redescubrimiento y el estudio del Padre Nuestro en el contexto de una oración maravillosa y profunda, en la cual se nos enseña a gritar "¡Abba, Padre!"
El período del catecumenado post-bautismal lleva a los catecúmenos a la simplicidad, a hacerse ellos mismos pequeños, abandonarse a la voluntad del Padre. Esto los permitirá -siempre guiados por los catequistas en unión cercana con el párroco- a pasar, por medio de este abandono, a una espiritualidad de alabanza y acción de gracias. Están entonces listos para empezar la última etapa del Camino: la elección y la renovación de las promesas bautismales. Por tanto, han pasado a través de las tres etapas fundamentales de la vida cristiana: humildad (precatecumenado), simplicidad (catecumenado post-bautismal) y alabanza (elección y renovación de las promesas bautismales).
Nicodemo preguntó a Jesús: "¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?" (Jn 3,4).
Esta frase ilustra el espíritu de las Comunidades Neocatecumenales, volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra Madre, la Virgen, de forma que ella regenere en nosotros la semilla que llevamos dentro por el Bautismo, y hacer que esta semilla crezca.
Llamamos a este tiempo de gestación y crecimiento, el Neocatecumenado. María, la imagen de la Iglesia y de cada cristiano, recibe el anuncio de una buena noticia: el Mesías nacerá en ti. Después de que ella aceptó estas palabras, el Espíritu Santo la cubrió con su sombra y dio comienzo la gestación de una nueva criatura: Jesucristo, quien gradualmente se formará hasta el día de su nacimiento en Belén. Anuncio, gestación, nacimiento y vida escondida en la pequeña comunidad de Nazaret donde el niño crecerá hasta que alcance la edad en que pueda tomar la misión que su Padre le había confiado: estas son las etapas a través de las cuales nosotros mismos también deseamos pasar, convencidos de que, a través de ellas, la Iglesia puede ser renovada, para dar una respuesta a los nuevos tiempos y servir al mundo moderno.
Cristo, quién ha sido constituido por Dios espíritu dador de vida, el primer nacido de una nueva creación, hace su obra de salvación accesible al mundo en el Koinomia, en el Agape de la gente que ha resucitado por Él en una Iglesia, una comunidad de personas quienes se aman unos a otros porque el Espíritu se ha derramado sobre ellos, el Espíritu Santo.
El Neocatecumenado se presenta a sí mismo como un período de gestación, en el seno de la Iglesia. En estas personas quienes, como María, dicen su "Así sea" al anuncio del Salvador, la Palabra empieza a generar una nueva creación, la obra del Espíritu Santo.
La Iglesia se presenta como una Madre que engendra, da nacimiento y cuida de sus hijos hasta que ellos alcanzan la estatura de un nuevo hombre, de quien San Pablo dice: "Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí" (Gal, 2,20).
Y esta comunidad, en la cual Cristo se hace visible, vive en humildad, simplicidad y alabanza, como la Sagrada Familia de Nazaret, conscientes de que tienen una misión; dar tiempo a Cristo para que nazca en ella, para poder realizar la misión confiada a Él por Dios, la misión del Siervo de Yahveh.
Los Neocatecumenales extienden su "Camino" por el mundo (es un artículo publicado en ABC, el 17/04/96
El Camino Neocatecumenal es una de las realidades apostólicas más fértiles de la Iglesia. Desde que se puso en marcha, de la mano de Kiko Argüello y Carmen Hernández, en el barrio de chabolas de las Palomeras madrileñas, se ha extendido por todo el mundo con una rapidez que sólo la asistencia del Espíritu puede explicar. Así lo ha reconocido la Iglesia, con una carta de Juan Pablo II llena de elogios para esta experiencia. Así se pone también de manifiesto en el creciente y espectacular número de vocaciones sacerdotales que nacen continuamente en su seno.
El Camino Neocatecumenal se inició en Madrid, en 1964, entre los chabolistas de Palomeras altas.Allí Kiko Argüello y Carmen Hernández fueron llamados por el Señor a vivir su cristianismo en medio de los pobres, compartiendo existencialmente la vida de aquellos que, en su miseria, soportan las consecuencias del pecado en nuestra sociedad. Se encontraron pues requeridos por las mismas personas con las cuales vivían a anunciar la buena noticia de nuestro Salvador Jesucristo.
Esta palabra, que nacía débil y balbuciente por la dificultad que comporta anunciar el Evangelio a gente sin cultura ni educación de ningún tipo, comenzó a concretarse en una síntesis catequética: un -kerigma- potente que, en la medida en que descendía sobre los pobres, realizaba el nacimiento de una realidad nueva: la -koinonía-.
El entonces arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, dio un gran impulso a la experiencia que se difundió rápidamente por las parroquias de Madrid y de otras ciudades de España. Ahora, más de treinta años después, se encuentra también profusamente extendida por el resto del mundo.
Kiko Argüello dice que necesitamos redescubrir en nuestra época una fe radical porque el mundo está sordo y necesita una palabra que indique el sentido de la vida. Nosotros tenemos la palabra del Evangelio que es la luz del mundo.
Las tres etapas fundamentales de la vida cristiana se corresponden con las tres fases de formación que comprende actualmente el Camino Neocatecumenal: humildad (precatecumenado); simplicidad (catecumenado posbautismal) y alabanza (elección y renovación de las promesas bautismales).
La primera finalidad del neocatecumenado o iniciación a la fe es la formación de la comunidad y esta nace en la parroquia.
La mayor parte de los cristianos tradicionales -dice el Camino Neocatecumenal- viven hoy su fe en una dimensión infantil, como lo demuestra el divorcio evidente entre religión y vida. Por eso es absolutamente necesario un proceso serio de conversión que se realice en la vida diaria.
Mediante el amor y la unidad de estas comunidades toda la parroquia es llamada a la conversión. De esta forma ha comenzado a aparecer una nueva estructura parroquial, que sin destruir la ya existente, va haciendo conscientes a todos los hermanos de la necesidad absoluta, hoy, de profundizar en la fe.
La primera fase del Camino es el Kerigma, anuncio de la salvación. Las catequesis se basan en el trípode: Palabra, Liturgia, Comunidad.
Una vez que se ha formado la comunidad comienza la segunda fase: el precatecumenado. Este es un período de Kenosis en el cual las personas verifican su fe caminando junto a otras personas. El catecumenado se desarrolla en dos períodos, durante el primero la comunidad, perseverando en la palabra, en la Eucaristía y en la comunión fraterna experimenta la potencia de Cristo que lleva a los catecúmenos a poner a Dios en el centro de la propia vida.
Casi un año después los catequistas vuelven para preparar el escrutinio del paso definitivo al catecumenado de modo que el primer escrutinio es como una puerta que se abre y que se cierra en el segundo. Después los catecúmenos son iniciados por los catequistas en una oración individual y cotidiana con los salmos.
Luego, mediante la traditio y la redditio symboli descubren que el bautismo que un día les confirió la Iglesia los ha enviado, dando testimonio de su fe en el ambiente de trabajo, en la familia y sobre todo, trabajando en la parroquia en un apostolado específico como es el anuncio del Evangelio, de dos en dos por las casas del barrio; en la catequesis parroquial, etc.
En ese momento del Camino las personas se hacen responsables de transmitir la fe a sus hijos y por eso se hacen tres tipos de reuniones: una en familia con la participación de los hijos, otra en comunidad y otra de toda la comunidad de la parroquia en las grandes fiestas como en la Vigilia Pascual.
La tercera fase es la elección y la renovación de las promesas bautismales.
La familia de Nazaret es la imagen de las comunidades neocatecumenales. La comunidad en la cual Cristo se hace visible vive en humildad, simplicidad y alabanza como la Sagrada Familia de Nazaret, consciente de tener un objetivo: dar tiempo para que Cristo nazca en ella para cumplir la misión confiada por Dios, la de siervo de Yavé que redime al mundo. ABC/DIARIO - Domingo, 14 de Abril de 1996
El Papa Pablo VI a las Comunidades Neocatecumenales
Alocución de Su Santidad el Papa Pablo VI "Después del Bautismo" en la audiencia del día 12 de enero de 1977.
(Hemos transcrito sólo la parte final, de la grabación original. El discurso entero ha sido publicado en el "Observatore Romano", del 13-1-77.)
... La palabra "catecumenado" hace referencia al Bautismo. Catecumenado era el período de preparación al bautismo. Ahora, no tiene ya, por lo menos difusiva y didácticamente, este desarrollo. Entonces estos dicen: "bien, lo haremos después del Bautismo". No ha sido suficiente la gracia santificante. Es más: la gracia santificante no ha hecho más que encender un fuego, que debe ser después luz, que se propaga durante la vida. San Agustín hace una referencia a esto: "¿No podemos anticipar? Hagamos después el Catecumenado", es decir, la instrucción, la educación, la madurez, todo el arte educativo de la Iglesia, después del Bautismo. El Sacramento de la regeneración cristiana, el cual debe volver a ser, lo que era en la conciencia y en la costumbre de las primeras generaciones del cristianismo.La praxis, la práctica ¿no es verdad?, que es norma de la Iglesia, introdujo la santa costumbre de dar el Bautismo a los recién nacidos. ¿Qué instrucción tienen? He aquí que es necesario el padrino que suple, yo diría habla en nombre del bautizado. Pero el bautizado no saca ningún provecho de esta atestación, que el padrino da al sacerdote, dejando que el rito bautismal concentrase litúrgicamente -en efecto la liturgia todavía conserva vestigios de esta iniciación preparatoria- la preparación que, en los primeros tiempos, cuando la sociedad era profundamente pagana precedía al Bautismo y que se llamaba "catecumenado". Más tarde la Iglesia concentró este período. ¿Por qué? Porque las familias eran todas católicas, eran todas buenas, todas cristianas; la sociedad, en el fondo, estaba orientada cristianamente: aprenderán, decía, a lo largo del camino.
Pero ahora que la sociedad ya no es uniforme, homogénea, sino que es pluralista, es más, está toda ella llena de contradicciones y de obstáculos al Evangelio en sí mismo, en el ambiente social de hoy, es necesario que este método sea integrado por una instrucción, por una iniciación posterior, como decía, al estilo de vida propio del cristiano que debe ser hecha después del Bautismo.
Este es el secreto de vuestra fórmula. Es decir: dar una asistencia religiosa, conferir una preparación práctica a la fidelidad cristiana y realizar una inserción efectiva en la comunidad de los creyentes, que es la Iglesia, después de que uno ya ha entrado, efectiva y sobrenaturalmente, en la Iglesia. Ha sido como una semilla, que no ha tenido todavía el bien de desarrollarse.
He aquí, pues, el renacer de la palabra "catecumenado", que, ciertamente, no quiere invalidar ni disminuir, la importancia de la disciplina bautismal vigente, sino que quiere aplicar con un método de evangelización gradual e intensivo, que recuerda y renueva, en cierto modo, el catecumenado de otros tiempos. El que ha sido bautizado necesita comprender, pensar de nuevo, apreciar y decir amén a la inestimable riqueza del Sacramento recibido.
Y Nos sentimos la alegría de ver, que esta necesidad es comprendida hoy por las estructuras eclesiásticas institucionales, las parroquias y las diócesis especialmente, y después todas las otras de las familias religiosas. En este campo estructural, como he dicho, son fundamentales las parroquias.
Se proyecta así una catequesis posterior a la que el Bautismo no tuvo: "La pastoral de los adultos", que, como hoy se dice, viene delineando y crea nuevos métodos y nuevos programas. Además nuevos ministerios -¡cuánta necesidad de quien asista!: He aquí los catequistas; he aquí las mismas religiosas; he aquí las familias, que se convierten, también ellas, en maestras de esta Evangelización posterior al Bautismo-, "La pastoral de los adultos", como hoy se dice, viene delineando y crea nuevos métodos y nuevos programas y además nuevos misterios subsidiarios, que sostienen la exigente ayuda hoy al sacerdote y al diácono en la enseñanza y en la participación de la liturgia; formas nuevas de caridad, de cultura y de solidaridad social hacen crecer la vitalidad de las comunidades cristianas, y hacen, frente al mundo, la defensa, la apología y la atracción.
Tanta gente se polariza hacia estas comunidades neocatecumenales, porque ve que en ellas hay una sinceridad, una verdad, hay algo vivo y auténtico, es Cristo, que vive en el mundo. Que esto suceda con nuestra bendición apostólica.
Qué es el Neocatecumenado (documento redactado por los párrocos y responsables de las primeras comunidades de Roma, 1972)
No es un grupo espontáneo, ni una asociación; no es un movimiento de espiritualidad, ni un grupo selecto dentro de la parroquia. Es un camino vivido en régimen de pequeñas comunidades formado por personas de edad, condición social, mentalidad y cultura diferentes, que dentro de la actual estructura de la parroquia y en comunión con el Obispo, reviven en plenitud su bautismo.Nace del anuncio de la BUENA NOTICIA, que es CRISTO vencedor en nosotros de la muerte y del pecado; anuncio llevado, de acuerdo con el párroco, por un equipo de catequistas de otra comunidad, que va más adelante en el camino.
Después del anuncio, que se hace durante dos meses de catequesis, la comunidad inicia su camino neocatecumenal, en el que se revive el bautismo en diferentes etapas, semejante al de la iglesia primitiva. La vida de la comunidad, durante todo el camino, se basa en la escucha de la PALABRA, en la LITURGIA y en la CARIDAD FRATERNA.
Así, estas pequeñas comunidades abren en la parroquia un camino de conversión, para todos aquellos que quieran pasar de una fe infantil a una fe adulta. A la luz del Concilio Ecuménico Vaticano II, el neocatecumenado aparece como un camino concreto para edificar la Iglesia en pequeñas comunidades, para que sean, en el mundo, el CUERPO VISIBLE DE CRISTO RESUCITADO.
No se impone, siente el deber de no destruir nada, de respetar todo, presentando el fruto de una Iglesia que se renueva a si misma y que dice a sus mayores que han sido fecundos, porque de ellos ha nacido.
Es una respuesta concreta a la necesidad de evangelización hoy en la parroquia y en la diócesis. Lleva adelante esta misión, viviendo el camino neocatecumenal en la total obediencia a la comunidad madre, para dar en el interior de la parroquia los signos de la fe: el AMOR en la dimensión de la Cruz y la perfecta UNIDAD (Jn 13, 35; 17,21).
En la medida que la comunidad da estos signos, llama a los hombres a conversión. Y sucede así que la comunidad que surge se hace ella misma anunciadora de la BUENA NUEVA y de ella nacen nuevas comunidades.
N.B.: DOCUMENTO redactado por los párrocos y responsables de las primeras parroquias de Roma, reunidas en convivencia en el año 1972.
El Papa Juan Pablo II a Monseñor Paul Josef Cordes
Encargado ad personam del apostolado de las comunidades neocatecumenales
Siempre que el Espíritu hace germinar en la Iglesia impulsos de una mayor fidelidad al evangelio, florecen nuevos carismas que manifiestan tal realidad y nuevas instituciones que la ponen en práctica. Así ha sucedido después del concilio de Trento y después del concilio Vaticano II.
Entre las realidades suscitadas por el Espíritu en nuestros días figuran las comunidades neocatecumenales, iniciadas por el señor K. Argüello y por la señora C. Hernández (Madrid, España), cuya eficacia para la renovación de la vida cristiana era acogida por mi predecesor Pablo VI como fruto del Concilio: "Cuánta alegría y cuánta esperanza nos dais con vuestra presencia y con vuestra actividad... Vivir y promover este despertar es lo que vosotros llamáis una forma de después del bautismo que podrá renovar, en las actuales comunidades cristianas, aquellos efectos de madurez y de profundización que en la Iglesia primitiva se realizaban gracias al período de preparación al bautismo" (Pablo VI a las comunidades neocatecumenales, audiencia general, 8 de mayo de 1974, en Notitiae 96 [1974] 230).
También yo, en los numerosos encuentros que he tenido como obispo de Roma, en las parroquias romanas, con las comunidades neocatecumenales y con sus pastores, y en mis viajes apostólicos a muchas naciones, he podido constatar copiosos frutos de conversión personal y un fecundo impulso misionero.Tales comunidades hacen visible en las parroquias el signo de la Iglesia misionera y "se esfuerzan por abrir el camino a la evangelización de aquellos que casi han abandonado la vida cristiana, ofreciéndoles un itinerario de tipo catecumenal, que recorre todas aquellas fases que en la Iglesia primitiva recorrían los catecúmenos antes de recibir el sacramento del bautismo; les acerca de nuevo a la Iglesia y a Cristo" (cf Catecumenato postbattesimale en Notitiae 96 [1974] 229). Es el anuncio del evangelio, el testimonio en pequeñas comunidades y la celebración eucarística en grupos (cf Notificazione sulle celebrazioni nei gruppi del "Camino neocatecumenale" en L'Obsservatore Romano, 24 de diciembre de 1988) lo que permite a sus miembros ponerse al servicio de la renovación de la Iglesia.
Numerosos hermanos en el episcopado han reconocido los frutos de este Camino. Quiero limitarme a recordar al entonces arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, en cuya diócesis y bajo cuyo gobierno han nacido, en el año 1964, las comunidades neocatecumenales que acogió con tanto amor.Después de más de veinte años de vida de las comunidades, difundidas en los cinco continentes,- teniendo en cuenta la nueva vitalidad que anima a las parroquias, el impulso misionero y los frutos de conversión que brotan del testimonio de los itinerantes y, últimamente, de la obra de las familias que evangelizan en zonas descristianizadas de Europa y del mundo entero;
- considerando las vocaciones a la vida religiosa y al presbiterado de este Camino y el nacimiento de colegios diocesanos de formación al presbiterado para la nueva evangelización, como el Redemptoris Mater de Roma;
- habiendo visto la documentación por Vd. presentada:acogiendo a la petición que se me ha dirigido, reconozco el Camino neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy.Deseo vivamente, por tanto, que los hermanos en el episcopado valoricen y ayuden -junto con sus presbíteros- a esta obra para la nueva evangelización, para que se realice según las líneas propuestas por los iniciadores, en espíritu de servicio al Ordinario del lugar y en comunión con él, y en el contexto de la unidad de la Iglesia particular con la Iglesia universal.En prenda de este vivo deseo, imparto a Vd. y a cuantos pertenecen a las comunidades neocatecumenales, mi bendición apostólica.
Desde el Vaticano, a 30 de agosto de 1990,XII de pontificadoJUAN PABLO II
Kiko Argüello y el Camino (cómo surgió el Camino Neocatecumenal, fotografía de Kiko)
«Dios, si existes –dice Kiko- ayúdame. Y en aquel momento Dios tuvo piedad de mí y me ayudó. Ese encuentro con el Señor me sobrecogió» * * * «Escapaba de mí mismo. Era una llamada profunda de Dios, que me estaba llamando», dice Kiko | Kiko Argüello era uno de los prototipos contestatarios de los años sesenta en nuestro país. De familia burguesa y católica, estudio Bellas Artes en Madrid. Pronto abrazó el ateísmo. Ganará un Premio Nacional de Pintura, convirtiendose en un personaje importante. A pesar del éxito profesional, no era feliz. «Había muerto interiormente y sabía que mi fin seguramente sería el suicidio, antes o después. Vivir cada día significaba todo un sufrimiento. Cada día lo mismo: ¿Para qué levantarme? ¿Quién soy yo? ¿Por qué vivimos? ¿Para que ganar dinero? ¿Para qué casarse? Y así todo ante mí carecía de sentido. Preguntaba a la gente a mi alrededor: -Perdona un momento, ¿Tú sabes por qué vives?' y no sabían qué responder. Se abría un gran abismo dentro de mí. Escapaba de mí mismo. Ese abismo era una llamada profunda de Dios, que me estaba llamando desde el fondo de mí mismo». Un día entró en su cuarto y comenzó a gritar a ese Dios: «¡Si existes, ayúdame, no sé quién eres, ayúdame! Y en aquel momento Dios tuvo piedad de mí, pues tuve una experiencia profunda de encuentro con el Señor que me sobrecogió. Recuerdo que comencé a llorar. Sorprendido, me preguntaba, ¿por qué lloro? Me sentía como agraciado, como uno a quien delante de la muerte, cuando le van a disparar, le dijesen: "Quedas libre, gratuitamente quedas libre". Entonces aún no se lo cree y llora por sorpresa, por esa repentina libertad. Eso fue para mí pasar de la muerte a ver que Cristo estaba dentro de mí, y que alguien dentro de mí me decía que Dios existe, como comenta San Pablo: "El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios"». |
Siguiendo las huellas del Padre Charles de Foucauld, en 1964 deja todo para vivir entre los más pobres, en las barracas de Palomeras Altas, en la periferia de Madrid. En contacto con los pobres, el Señor le lleva a descubrir una síntesis teológica catequética y formará con ellos, por obra del Espíritu Santo, una comunidad que vive celebrando la Palabra de Dios y la Eucaristía. Aparece el trípode en el que se basa la vida cristiana: Palabra, Liturgia y Comunidad. Con Carmen Hernández, y con ayuda de algunos presbíteros, esta experiencia es introducida en algunas parroquias españolas. Nace así un camino de iniciación cristiana a la fe y se va construyendo lo que después será el Camino Neocatecumenal. | |
Kiko Argüello hablando en la jornada mundial de Pentecostés 1998 |
La visita del arzobispo
Un acontecimiento muy importante fue la visita de monseñor Casimiro Morcillo, entonces arzobispo de Madrid, a aquella comunidad de Palomeras. Profundamente conmovido, reconoció la acción de Dios en aquellos pobres, y bendijo aquel embrión del Camino Neocatecumenal, el cual, desde aquel día ha sido llevado adelante por Kiko y Carmen, siempre en estrecha comunión con los obispos de la Iglesia. Después Kiko y Carmen fueron llamados a predicar el Evangelio a algunas parroquias de Madrid. Allí, entre gente de clase media y culta, personas de parroquia que en el fondo, estaban convencidas de ser ya cristianas, y que se defendían frente al anuncio de Jesucristo y de la llamada a conversión, apareció poco a poco ante sus ojos el catecumenado, como itinerario de iniciación cristiana, gradual y progresivo, por etapas para llegar a las aguas de la piscinal bautismal, y por tanto, la necesidad de un neocatecumenado, de un catecumenado post-bautismal.
El 30 de agosto de 1990, el Santo Padre, después de haber comprobado los frutos evangélicos del Camino en todo el mundo, reconoce formalmente el Camino Neocatecumenal como «un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy», y «desea vivamente que todos los obispos junto con sus presbíteros ayuden y valoren este camino en sus diócesis».
¿Qué es el Camino Neocatecumenal? Para Kiko Argüello « el proceso actual de secularización ha llevado a mucha gente a abandonar la fe y la Iglesia. Por eso es necesario abrir de nuevo un itinerario de formación al cristianismo. El Camino Neocatecumenal no pretende formar un movimiento en sí mismo, sino que trata de ayudar a las parroquias a abrir un camino de iniciación cristiana hacia el bautismo, para descubrir lo que significa ser cristiano. Es un instrumento al servicio de los obispos, dentro de las parroquias, para volver a traer la fe a tanta gente que la ha abandonado. El Neocatecumenado es una síntesis teológico-catequética, un catecismo para adultos, un itinerario de formación cristiana para el hombre contemporáneo.
Recupera de la Iglesia primitiva el «kerigma» que es el anuncio de la salvación, al que le sigue un cambio de vida en el catecúmeno y sellado posteriormente por la liturgia. Hoy el Camino está extendido en ochocientas sesenta y dos diócesis, cuatro mil seiscientas ochenta y cinco parroquias, ciento una naciones, con un total de quince mil trescientas cincuenta y cuatro comunidades, que representan a más de un millón de personas, reconociendo los frutos de conversión personal y el impulso misionero.
«La renovación comenta Kiko Argüello- que se ha llevado a cabo en las parroquias, gracias al neocatecumenado, ha provocado de hecho un sorprendente impulso misionero que ha hecho que muchísimos catequistas y familias enteras se ofrezcan para ser enviados a aquellos lugares de la tierra donde sea necesario evangelizar. Otro fruto importante en la iglesia local es el florecimiento de numerosísimas vocaciones, tanto a la vida religiosa como a la vida sacerdotal. Ha posibilitado el resurgir de cuarenta seminarios diocesanos misioneros que puedan acudir en ayuda -en este momento de falta de vocaciones- de tantas diócesis que se encuentran en dificultad. El Camino Neocatecumenal ha presentado los estatutos a la Santa Sede, como un catecumenado post-bautismal, ofrecido a los obispos y a los párrocos.
Roma avala a los Neocatecumenales (El Mundo, 29/06/02)
JOSE MANUEL VIDAL
MADRID.- Ya tiene acomodo en el complejo entramado jurídico de la Iglesia. El Vaticano aprobó ayer los estatutos del Camino Neocatecumenal, fundado por los españoles Kiko Argüello y Carmen Hernández a comienzos de los 60. Y les concedió un estatus especial.Los Kikos, como se les conoce popularmente, no son ni un movimiento, ni una congregación religiosa ni una simple asociación. Son «un instrumento de formación cristiana para redescubrir el bautismo».
El Camino no alcanza, pues, la prerrogativa del Opus Dei, que sigue siendo la única prelatura personal en el seno de la Iglesia, lo cual dota a la Obra de una autonomía total frente a los obispos diocesanos. Los Kikos van a seguir dependiendo de los obispos, pero con el reconocimiento jurídico de Roma. El aval del Vaticano impide que cualquier obispo del mundo pueda negarles el visto bueno para actuar en su diócesis.
Feliz y contento, Kiko Argüello, mostraba su agradecimiento a la Iglesia: «Con estos estatutos el Papa reconoce al Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica válido para la sociedad y para los tiempos de hoy, y desea que los obispos y sus presbíteros valoren y ayuden a esta obra para la nueva evangelización».
Los estatutos fueron entregados a Kiko Argüello, Carmen Hernández y al sacerdote Mario Pizzi por el cardenal James Francis Staffrod, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. Al acto asistieron medio centenar de catequistas del Camino procedentes de distintas partes del mundo.
Los estatutos se componen de 35 artículos, en los que se describe la naturaleza del Camino y los bienes espirituales que lo constituyen (itinerario catequético, educación permanente...), así como su conexión con el obispo diocesano y las prerrogativas del Colegio sucesorio, que será el encargado de elegir al sucesor de los fundadores, cuando éstos mueran.
Los Kikos conforman, junto al Opus Dei, a Comunión y Liberación, a los Focolares, a los Legionarios y a los Carismáticos, los llamados nuevos movimientos neoconservadores. Sus miembros adoran al Papa, asumen la doctrina católica más tradicional, tienen los «hijos que Dios les dé» y viven en comunidades aisladas del mundo real, en una especie de gueto de elegidos.
Parten del supuesto de que los cristianos de los países de tradición católica, como España, están pasados por agua, pero no realmente bautizados. Por eso, como suele decir su fundador, «frente a la secularización de la sociedad actual queremos renovar y fortificar la fe al estilo de aquello que vivían los primeros cristianos».O dicho de otra forma, «para responder a la fuerza del ateísmo moderno y a la secularización, los cristianos bautizados necesitan un catecumenado posbautismal».
Las Comunidades Neocatecumenales han crecido tanto que hoy forman un auténtico ejército de Dios. Con cifras impresionantes: más de un millón de miembros, 16.700 comunidades en 105 países, repartidas en 883 diócesis y 4.950 parroquias, 1.457 seminaristas, 63 diáconos y 731 sacerdotes. Son los poderes de un pujante movimiento católico que está actuando como un imán sobre la gente católica más sencilla con sus tres polos de atracción: la Palabra de Dios, la Liturgia y la Comunidad.
«Un día entré en mi cuarto y comencé a gritarle a Dios»
Algunos le llaman ya «el nuevo Ignacio de Loyola». Y es que, al igual que el fundador de la Compañía de Jesús, Kiko Argüello puso, en pocos años, a las órdenes del Papa, un inmenso ejército de un millón de fervientes y comprometidos católicos, dispuestos a todo por predicar a Cristo resucitado.
De familia burguesa, Kiko estudia Bellas Artes en Madrid y abraza el ateísmo. Gana un Premio Nacional de Pintura, pero no se siente feliz. El mismo cuenta así su conversión: «Un día entré en mi cuarto y comencé a gritarle a Dios: '¡Si existes, ayúdame, no sé quién eres, ayúdame'. Y en aquel momento, Dios tuvo piedad de mí, pues tuve una experiencia profunda de encuentro con el Señor que me sobrecogió. Recuerdo que comencé a llorar. Para mí, fue pasar de la muerte a ver que Cristo estaba dentro de mí».
Convertido, lo deja todo y se va a vivir con los pobres en las barracas de Palomeras Altas, en la periferia de Madrid. Allí descubre una síntesis catequética nueva y funda la primera comunidad.Con la ayuda de Carmen Hernández, una ex monja licenciada en Químicas, va reclutando a sus primeros seguidores entre gitanos, quinquis, analfabetos, ladrones, prostitutas y pordioseros. Y desde Palomeras al mundo. Hoy, nadie puede presumir de tener un millón de seguidores. Ni siquiera el Opus o los jesuitas.
El MUNDO 29/06/2002
La Santa Sede reconoce oficialmente el Camino Neocatecumenal (La Razón)
La Razón
Kiko Argüello, fundador del movimiento, estará en la ceremonia
La Santa Sede aprobará esta mañana el Estatuto del Camino Neocatecumenal, reconociendo así oficialmente a esta realidad eclesial. El Consejo Pontificio para los Laicos hizo público un comunicado en el que se daba noticia de este «acontecimiento de notable importancia eclesial». En la ceremonia estará presente el fundador de dicho movimento, Kiko Argüello, junto a cuarenta catequistas procedentes de distintos países.
La Santa Sede ha anunciado la aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal, realidad eclesial surgida a mediados de los años sesenta por inspiración del entonces joven pintor Francisco José Gómez de Argüello, «Kiko Argüello», proveniente de una familia acomodada, que tras una profunda crisis de fe decidió irse a vivir a un barrio de chabolas de Madrid, donde comenzó su apostolado entre los más desfavorecidos. Un comunicado del Consejo Pontificio para los Laicos revela que durante la mañana de hoy tendrá lugar, en la sede de este organismo vaticano, la entrega del decreto de aprobación del Estatuto. En la ceremonia de reconocimiento participará el equipo responsable del Camino, formado por el propio Argüello, Carmen Hernández, quien participó en el inicio de esta realidad eclesial, y el sacerdote italiano Mario Pezzi.
En el acontecimiento, que será presidido por el cardenal estadounidense James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, también tendrán parte aproximadamente cuarenta catequistas del Camino procedentes de distintos países del mundo.
En el acontecimiento, que será presidido por el cardenal estadounidense James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, también tendrán parte aproximadamente cuarenta catequistas del Camino procedentes de distintos países del mundo.
«Acontecimiento importante»
El comunicado vaticano explica que este paso supone «un acontecimiento de notable importancia eclesial, pues el Camino Neocatecumenal, surgido en España en 1964, está difundido hoy en más de cien países del mundo, algunos de ellos territorios de misión».
«En el surco de la renovación suscitada por el Concilio Vaticano II ¬continúa diciendo el documento¬, el Camino se pone al servicio de los obispos diocesanos y de los párrocos como una modalidad para redescubrir el sacramento del Bautismo, y de educación permanente en la fe». Esta labor, añade, el Camino Neocatecumenal la realiza proponiendo «a los fieles que desean reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana, un itinerario de catequesis y conversión».
Dice además que «el Camino Neocatecumenal es un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el Bautismo», añade el Consejo para los Laicos. En abril de 2001, en una carta dirigida al cardenal Stafford, el Papa confirmó que el Consejo para los Laicos tenía competencia para aprobar el Estatuto del Camino, misión que ha requerido al organismo vaticano cinco años de trabajo.
«En el surco de la renovación suscitada por el Concilio Vaticano II ¬continúa diciendo el documento¬, el Camino se pone al servicio de los obispos diocesanos y de los párrocos como una modalidad para redescubrir el sacramento del Bautismo, y de educación permanente en la fe». Esta labor, añade, el Camino Neocatecumenal la realiza proponiendo «a los fieles que desean reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana, un itinerario de catequesis y conversión».
Dice además que «el Camino Neocatecumenal es un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos que se preparan a recibir el Bautismo», añade el Consejo para los Laicos. En abril de 2001, en una carta dirigida al cardenal Stafford, el Papa confirmó que el Consejo para los Laicos tenía competencia para aprobar el Estatuto del Camino, misión que ha requerido al organismo vaticano cinco años de trabajo.
La Santa Sede aprueba los estatutos del Camino Neocatecumenal
ABC
La Santa Sede, a través del Consejo Pontificio para los Laicos, anunció la aprobación de los estatutos del Camino Neocatecumenal, que serán presentados esta mañana, poniendo punto final a unos trabajos que comenzaron en 1997. Esta realidad eclesial fue fundada por Kiko Argüello en 1964 y cuenta en la actualidad con 16.700 comunidades repartidas en todo el mundo. A través de un comunicado, el organismo vaticano (presidido por el cardenal Stafford) apunta que este paso supone «un acontecimiento de notable importancia eclesial, pues el Camino Neocatecumenal está difundido en más de cien países».
La ceremonia de reconocimiento, que tendrá lugar en la mañana de hoy, contará con la presencia del propio Kiko, de Carmen Hernández -quien participó en la creación de las primeras comunidades neocatecumenales-, y del sacerdote italiano Mario Pezzi, así como de otros cuarenta catequistas del Camino procedentes de todo el mundo, según informa Zenit. La normativa aprobada, según la Santa Sede, «tiene el objetivo de regular la praxis del Camino Neocatecumenal y su integración armónica en el tejido eclesial, ofreciendo al mismo tiempo una ayuda a los pastores de la Iglesia en su paterno y vigilante acompañamiento de las comunidades neocatecumenales».
Por su parte, Kiko Argüello, en declaraciones a ABC, subrayó que la aprobación de los estatutos «es un paso muy importante, porque es la primera vez que se aprueba un catecumenado postbautismal». Para el fundador de esta «realidad eclesial, que no movimiento», los neocatecumenales «queremos renovar y fortificar la fe frente a la secularización de la sociedad actual», al estilo de «aquello que tenían los cristianos primitivos».
El movimiento, en cifras
«El Papa está contentísimo de ofrecer a los obispos este camino», señaló Kiko Argüello, quien recordó también que «no queremos ser una entidad autónoma, sino estar al servicio tanto de los obispos como de todas las parroquias». En la actualidad el Camino Neocatecumenal cuenta con 16.700 comunidades en 105 países, repartidas en 883 diócesis y 4.950 parroquias. Un millón de seguidores repartidos por todo el mundo y presentes en los cinco continentes, así como 1.457 seminaristas, 63 diáconos y 731 presbíteros.