Me he propuesto aprender de los pobres ahora que son tantos los que vienen por las iglesias a pedir una ayuda.
Yo siempre les doy algo, pues el Evangelio dice escuetamente "al que te pide, dale", pero son muchos los contrarios a darles ayuda y se escudan en que algunos se hacen ricos y no quieren trabajar. Yo prefiero seguir lo del Evangelio aunque alguna vez me engañen.
He descubierto que cuando los escuchas con interés van cogiendo confianza y te cuentan el drama de su vida y ves como también tienen corazón bajo la apariencia de una indiferencia ante los problemas. Tienen paciencia, no se cansan de pedir aunque a veces sienten el rechazo de los demás y, aunque alguno se enfada cuando no le dan o les parece poco lo que les das, otros, en cambio, lo agradecen incluso a su manera rezan por ti; yo desde luego se lo pido pues creo que su oración es muy escuchada.
Las preguntas que se hacen a si mismos y que a veces te cuentan, son muy interesantes como p.e. ¿Yo, qué hago en la vida?, ¿por qué a mi me pasa esto?, ¿vale la pena seguir viviendo...?
Es verdad que no todos los pobres son iguales, en el fondo nadie es igual a los otros , tenemos nuestras peculiaridades y eso tanto en pobreza como en riqueza. Pero hay tantos dramas y tantos sufrimientos que no podemos pasar indiferentes ante ellos como no pasó Jesús nuestro Maestro.
Conozco a uno que duerme todos los días en la calle, otro que duerme en los cajeros o en el hospital, otros duermen como dicen ellos en batería en la dársena de autobuses. Los más afortunados tienen una habitación para dormir pero tienen que buscarse el alimento diario, otros fueron echados de casa por sus mujeres y andan errantes por todo el mundo. Alguno estuvo bien, pero perdió el trabajo y, como no encuentra, quedó obligado a pedir.
He visto a varios llorar considerando sinceramente su situación. No quiero contar detalles pues son confidencias que no deben escribirse, pero yo les escuché, les animé a acudir a Dios que es Padre y nos entiende y les invité a seguir buscando trabajo aunque no lo encuentren pues no hay que darse por vencidos.
Ahora les encomiendo en mi oración, a alguno le sigo por el teléfono pues van recorriendo España y pido para ellos un trato más amable por los que en este momento nos encontramos bien.
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