La parroquia de San Miguel dos Agros de Santiago está
organizando una peregrinación a Tarragona para asistir a la beatificación de
500 mártires del año 1936 en España.
Iglesia de San Miguel en donde fue bautizado Fernando Olmedo |
Parece ser que es la beatificación más numerosa de la
historia, que tendrá lugar en la ciudad de Tarragona y así conectar con los
primeros mártires Fructuoso y sus dos diáconos
Eulogio y Augurio
Se beatifica en esta ocasión un capuchino, Fernando
Olmedo, que fue vecino de Santiago y
está bautizado en la parroquia que S.
Miguel dos Agros, como consta en una placa a la entrada de la iglesia y que
también fue mártir en el 36.
La peregrinación, en autobús, será del 11 al 14 de octubre.
Está en proyecto
pasar también por Arévalo en donde hay una exposición “CREO” organizada por las Edades del Hombre
Los que quieran ir pueden llamar al tl. 630 713 682
A continuación pongo algo que se ha publicado
sobre la vida del P. Fernando Olmedo para
conocer su historia santa y para encomendarnos a él.
SIERVO
DE DIOS
M. R. P. FERNANDO DE SANTIAGO
I
Nacimiento, padres y hermanos-El bachillerato-Faceta
edificante.- Carrera mayor- La borla del doctorado.
En la ciudad de Santiago de Compostela, emporio de
ciencia y de piedad, apareció el primer fruto de un matrimonio ejemplar, llamado
él don Fernando Olmedo Ortega y
ella, doña Elisa Reguera Estévez, el día 10 de enero del año 1873, recibiendo a
los dos días con la estola de la inocencia el nombre de Fernando . El 15 de marzo de 1875 fue declarado soldado de Cristo mediante el
santo sacramento de la confirmación. (Partidas de bautismo y confirmación.) El recién nacido reunió en su naturaleza la seriedad
y firmeza castellana, la alegría asturiana y la dulzura gallega, ya que su
padre fue natural de Geria (Valladolid); sus abuelos paternos, de Valladolid y
Geria, respectivamente; su madre, de Pontevedra, y los abuelos maternos, él de
Cangas de Tineo y ella de Pontevedra. De esta benéfica mezcla dará pruebas
inequívocas y edificantes durante toda su vida.
Bendijo el Señor el feliz matrimonio con nueve
simpáticos retoños, cuatro de los cuales fueron en tierna edad arrancados del
erial de la tierra para trasplantarlos a los fecundos cármenes de la gloria. Los que
sobrevivieron se llamaron: Fernando
(padre Fernando ), María del Rosario,
Mariano, Leandro, muerto en accidente de automóvil, y José. Fuera del padre Fernando , todos contrajeron honesto matrimonio. Al
escribir estas líneas sólo vive don José, el ahijado y niño mimado del padre Fernando , y quien nos ha proporcionado abundantes
datos y gran número de interesantes y densas cartas del siervo de Dios, para
llenar cumplidamente el objeto acariciado.
«Mis padres,
escribe don José, eran y procedían de familias profundamente cristianas e inculcaron a sus hijos los
principios básicas de la religión católica, educándonos siempre dentro de la
más estricta moral y de los deberes religiosos. Fernando
fue el hermano mayor..., y tengo la impresión de que mis padres la miraban como
hijo predilecto, no sólo por ser el mayor de todos y haber demostrado desde
muy joven una inteligencia precoz, sino también por su docilidad, su aplicación a los estudios, sus,
buenos sentimientos y su religiosidad.»
(José Olmedo.)
Durante su vida de seglar, según él escribirá más
tarde, ya religioso, no sólo no dio ningún disgusto a sus padres, sino que
éstos se sentían orgullosos y satisfechos de tener un hijo tan bueno y aplicado.
Con sus hermanos fue siempre cariñoso, prodigándoles consejos y dándoles buen
ejemplo en todos los actos de su vida; y a pesar de seguir carrera mayor, y los
otros hermanos no pasar del bachillerato, dedicados después al comercio de su
padre, nunca discrepó del modo de pensar de ellos ni sintió la más leve vanidad
por su carrera, sino que vivió siempre muy unido y compenetrado con todos.
«Estudiaba el siervo de Dios tercer año de
bachillerato, y como por la mañana entre clase y clase mediaba el tiempo
necesario para oír una misa, Fernando
y otros dos estudiantes aprovechaban la coyuntura y todos los días se dirigían
a la parroquia de Salomé para asistir al divino Sacrificio. Enterados otros
condiscípulos, ciertamente menos devotos, fueron a su encuentro, acercáronse a
la puerta de la iglesia, formaron con sus brazos una especie de arco para que
por debajo pasaran los tres estudiantes ejemplares, entonando al mismo tiempo
cánticos en tono de difuntos, repitiendo la faena varios días consecutivos. Uno
de los asistentes a la santa misa se acobardó y no volvió más desde la primera
burla. Pero el otro y Fernando
continuaron tranquilamente asistiendo, hasta que se cansaron los indevotos
burlones y los dejaron en paz.» (Antonio Eleicegui.)
DE UN LIBRO ESCRITO POR EL P. CRISÓSTOTMO DE BUSTAMANTE
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