Retorno de la huida a Egipto, Giovanni Francesco Romanelli |
Los problemas actuales de la familia son tantos, que pienso que sólo Dios puede darles solución con una acción masiva del Espíritu Santo que convierta los corazones de muchos, aunque nosotros podemos colaborar y también hacer mucho. No hay que cansarse de escribir o de hablar para que la luz alumbre a todos los de la casa.
Todos tenemos experiencias de la familia y de ellas sacamos enseñanzas. Son experiencias generalmente de la infancia que es cuando los padres se emplean más a fondo. Estaría bien recordarlas e incluso contarlas para edificación de los demás.
En mi caso puedo contar como mi madre me enseñaba a acoger a los pobres y a darles algo, tanto a los que venían por casa como a otros conocidos o vecinos. Experimenté la alegría de dar.
De mi padre recuerdo cosas puntuales. Una vez, cuando tenía unos 6 años, me preguntó si sabía lo que era la circuncisión. Me lo explicó con verdad y claridad y de ello me recordé toda la vida.
De él también aprendí a pedir perdón cuando hacía algo mal. También me ayudó a querer a los sacerdotes. El invitaba al que teníamos en la parroquia con motivo de alguna fiesta y era el centro de las conversaciones y era muy bien tratado. Aquello también me quedó como ejemplo.
Otras virtudes aprendí en casa, como por contagio, como por ejemplo la laboriosidad, el orden o la sinceridad: son cosas que si se aprenden de niño quedan para toda la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario