Me llevé una alegría
al encontrar en la biblia una referencia
a las hormigas. Es en el libro de los Proverbios 6, 6, en donde dice “ve a observar a la hormiga,
perezoso, fíjate en sus costumbres y aprende. No tiene capataz, ni jefe ni
inspector; pero reúne su alimento en verano, recopila su comida en la cosecha. ¿Hasta
cuándo dormirás perezoso?”
He visto a las hormigas trabajar en equipo. Todas hacen algo,
cada una lo suyo. A veces se les ve transportando
cargas que parece imposible que las puedan llevar, pero poco a poco hacen su cometido y, como todas aportan su esfuerzo
a la tarea, aquello funciona y el hormiguero está preparado para sobrevivir con
holgura.
En varias ocasiones pensé de personas en la parroquia que
son como las hormigas, hacen un trabajo apostólico con la gente que encuentran en
su camino, un trabajo que parece pequeño pero es constante.
Unas veces hablan con el que trae el pan, otras
con la empleada del supermercado, otras
con gente que coincide en la calle o en
la escalera, y al cabo del año, han hecho mucha labor.
A veces esperamos hacer grandes cosas y no se presenta la
ocasión o si se presenta nos falta entrenamiento.
Creo que es un engaño del
demonio. Haz las tareas
pequeñas de cada día , aprovecha las oportunidades, y, si se presenta algo grande,
estarás entrenado para hacerlo.
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