Estuvimos otra vez en la Casa de la Virgen en Pontevedra. Es
una visita que tiene un premio: indulgencia plenaria un día al año que uno
quiera, y luego en determinadas fechas.
Llegamos a las 17,30 y estaba la casa solitaria. Sólo estaba
una persona a la entrada cuidando la casa y conversando si se le pedía
conversación.
Rezamos un rato en la capilla en donde se conserva el
sagrario y también los arcos del retablo, de las doroteas de Tuy, en donde estuvo sor Lucia poco después de las apariciones. Los arcos
son tres, en memoria de la Santísima
Trinidad.
Al salir del oratorio y, antes de subir a la capilla de las
apariciones, hablamos con la administradora. Es del ejército Azul, está casada
y lleva ahí cierto tiempo, unos 5 años.
En una breve conversación nos dijo muchas cosas en respuesta a mis preguntas. Como suelo hacer en todos los santuarios marianos le pregunté si allí había milagros. Me contestó que había guiños de la Virgen y nos contó uno.
El caso de una joven que entró allí muy inquieta por su vocación, estuvo con la Virgen y salió de allí con paz y decidida a hacerse religiosa.
En una breve conversación nos dijo muchas cosas en respuesta a mis preguntas. Como suelo hacer en todos los santuarios marianos le pregunté si allí había milagros. Me contestó que había guiños de la Virgen y nos contó uno.
El caso de una joven que entró allí muy inquieta por su vocación, estuvo con la Virgen y salió de allí con paz y decidida a hacerse religiosa.
Nos habló de la tranquilidad de la casa y de cómo la
presencia de Dios se siente de un modo intenso.
Nos dijo algo que
considero importante y que lo dijo con fuerza: el mensaje de María (en Fátima y en Pontevedra), no se predica y sigue silenciado.
El mensaje de Pontevedra , en síntesis, es la devoción y desagravio al Corazón Inmaculado
de María y la práctica de los cinco primeros
sábados de mes (tiene una gran promesa).
Allí se le apareció la Virgen a la vidente. Esa imagen es un regalo del presidente Kennedy tal como dice una inscripción.
Es un Niño con la mirada más bien triste, está bendiciendo y con la mano izquierda sobre el corazón visible, como diciéndonos que Él tiene también corazón.
Es un Niño con la mirada más bien triste, está bendiciendo y con la mano izquierda sobre el corazón visible, como diciéndonos que Él tiene también corazón.
Allí, en el jardín conocimos un pequeño perro guardián de la
casa que nos saludó alborozado.
Más tarde fue llegando a la capilla gente, diversas familias y un sacerdote filipino que está
haciendo labor pastoral en Pontevedra durante el verano. Se apellida Cielo.
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