Conocí a un niño que, al marchar su padre a un país de América, se volvió rebelde.
Odiaba a su padre del que decía que lo había abandonado, pero al mismo tiempo empezó a decir que odiaba a Dios.
A pesar del esfuerzo de su catequista costaba mucho curarle este trauma. Parece imposible en un niño de corta edad, pero así era.
Odiaba a su padre del que decía que lo había abandonado, pero al mismo tiempo empezó a decir que odiaba a Dios.
A pesar del esfuerzo de su catequista costaba mucho curarle este trauma. Parece imposible en un niño de corta edad, pero así era.
Luego llegó el padre y las cosas fueron cambiando a mejor, tanto la relación con su padre como la
relación con Dios.
En una conversación, me decía el padre que eso era normal. Él
había conocido a personas rebotadas con Dios, ateos, y, casi todas, tenían detrás una historia de mala relación
con sus padres. Para entender a Dios y su bondad ayuda mucho la bondad del
padre de familia. Se ve que el primero y cuarto mandamiento están muy
relacionados.
Tampoco hay que ser blandos, sino criarlos en lo recio pero con amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario