miércoles, 22 de abril de 2015

Una caída con suerte




Ayer tuve una caída en la acera. Fue tropezar y caer de un modo  instantáneo. Enseguida llegó un joven que me conocía y me levantó y dos señoras se acercaron a limpiarme la sangre. Pronto llamaron a la ambulancia que  me condujo al hospital en donde fui muy bien atendido.
No fue mucho y según alguien que me llamó por teléfono fue una caricia de Dios.  Cuando ocurre esto,  además de sufrir con Cristo y completar su pasión salvadora,  uno se acuerda más de Dios y se consuela con Él.
tomado de internet.
Aprendí de esta circunstancia que  hay un  buen resto de solidaridad en la gente. Comentándolo con un vecino me dijo lo mismo. Al menos en esta ciudad de Santiago si caes, te levantan, y te ayudan. Es de agradecer.
Me dieron dos días de descanso, sin leer, sin ver la Televisión y sin oír la radio. No lo cumplí a rajatabla pero sí bastante. Con este motivo me enteré de otros muchos que también habían caído y con diverso pronóstico. Hay que andar con cuidado desde luego y ver en donde pisas.
Esto, trasladado a la vida espiritual,  también tiene su moraleja. Si alguien cae en la vida espiritual, hay que ayudarle, es lo normal. Y  a veces no basta con que sea uno el que se le acerca a echarle una mano,  quizá vengan bien dos o más. No debemos dejar a alguien tirado pensando que ya se las arreglará. Cuando uno está caído le faltan fuerzas.
 Y luego también hay que pensar que  se puede pecar cuando menos lo pensamos y ofender a Dios, por eso hay que tomar medidas parecidas para aquel que  no quiere caer. Ver por donde va, estar atento a los peligros y no correr riesgos innecesarios.

1 comentario:

  1. Muy buena moraleja, le agradezco que la comparta y le deseo una pronta recuperación.

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