Juan Ventura Vázquez Camino, párroco emérito de Fontecada falleció en su casa de Santa Comba
el día de S. Andrés apóstol, 30 de noviembre. Era sacerdote desde 1964 y estuvo
casi siempre en Fontecada hasta su jubilación.
Su labor sacerdotal fue lo normal en cualquier sacerdote:
misa diaria, especial dedicación de los domingos a los feligreses, catecismo a los niños, visita
a enfermos, predicación etc. Podíamos decir que hizo lo que hace un cura normal en su atención a la parroquia.
Tuvo un tiempo que ejerció la abogacía ayudando con sus
consejos a los que acudían a su
consulta. También dio clases en un colegio de Santa Comba y hacía dictámenes a
distintas cuestiones que le consultaba la diócesis. Formaba parte del equipo judicial del
arzobispado.
En los retiros del arciprestazgo era uno de los primeros en llegar, a pesar de que tenía que andar, últimamente,
ayudado de muletas. Participaba según su saber y entender en los
diálogos que se suscitaban sobre temas de pastoral.
Era muy buen compañero de sus colegas de curso y se reunía
con ellos todos los años. Él se encargaba siempre de dirigir el canto en la Misa que solían tener antes de la
comida. Estaban muchos de estos
compañeros en la misa de funeral y se les notaba afecto a Juan Ventura.
Tenía devoción a la Ssª.
Virgen a quien se encomendaba en su enfermedad y en sus dificultades.
Descanse en paz.
El funeral fue en la iglesia de Santa Comba, con una Misa
presidida por el Sr. Arzobispo con el que concelebraron numerosos sacerdotes, más
de 50. Acompañaban al Sr Arzobispo Mons.
José Diéguez obispo emérito de Tuy-Vigo,
que era vecino suyo puerta con puerta en Enquerentes y un hermano de
Juan Ventura que es franciscano y el arcipreste Juan Landeira. Estaban presentes el Vicario General y vicarios de pastoral.
El Sr Arzobispo comentó como Dios no nos abandona después de
la muerte y nos movió a la confianza en el futuro. De
Juan Ventura dijo que tuvo sufrimientos que llevó con paciencia y confianza en Dios. Destacó por
su entrega y disponibilidad que es camino de la caridad. Era sencillo, dijo, y humilde
y fue muy querido. Colaboró con el ministerio episcopal.
Como era muy conocido y popular fueron muchas las personas que se acercaron a rezar
por su eterno descanso. La iglesia estaba completa de feligreses y hay que tener en cuenta que es una iglesia con
mucha capacidad.
En el ataúd estaba el cuerpo del fallecido envuelto en una sábana y con una estola por encima. Su entierro fue en
Enquerentes su tierra natal.
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