Me contó un amigo su sueño, y como todos los sueños muy
lleno de fantasía.
Sueña que había comido con unos amigos, y después de comer
se despide y sale a coger su coche.
Mira una montaña
bastante alta que está enfrente llena de
arbolado y una carretera bien clara y buena, que sube y va a otro pueblo. Entonces, este
amigo sueña que coge el coche, un coche blanco y cuidado; se pone en marcha por
aquella carretera, pero llega un momento que se encuentra andando a pie a buen ritmo y
montaña arriba.
Luego de pasar un rato andando se da cuenta que está sin coche.
Quiere recordar y nada, no recuerda nada. Entonces discurre que seguramente lo
dejó en el camino pero que no se acuerda.
Decide volver atrás por la carretera y también por caminos
secundarios para acortar, pasa al lado de un rio en donde había casas apoyadas en piedras puntiagudas
algunas de las cuales daban al rio, pensó que era muy bonito y deseó coger la cámara de fotos para llevarse aquella
belleza, pero le urgía buscar el coche y
siguió su marcha.
Por fin, después de andar un buen trecho, se alegra porque ve el coche. Encuentra el coche, blanco, en un descampado y con
las cuatro puertas abiertas. Se acerca y lo ve lleno de demonios, calculó que
podrían ser diez mil. No sé como los habrá contado. Estaban por todo el interior,
en la guantera, debajo de los asientos, sobre los espejos, en el maletero, entre las ruedas… por todo.
No quiso entrar, le dio un poco de miedo, pero
recordó que el demonio le tiene pánico al nombre de MARÍA, entonces dijo el
nombre de María cientos de veces mirando para dentro del coche y veía como los demonios salían
en desbandada en grupos, unos detrás de
otros, hasta que al final quedó el coche liberado, y ya
entonces entra y se puso de nuevo en marcha.
Ahí terminó el sueño de mi amigo.
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