Así firmaba sus cartas, era un bonito seudónimo que le
gustaba y que usó principalmente durante su noviazgo.
Su marido era Manuel, un profesional que había conocido en
un casino de una villa marinera.
Sonrisas era guapa y lo fue siempre aun en la vejez en la
que conservó su belleza. Después de un noviazgo ni largo ni corto, decidieron
casarse Sonrisas y Manuel.
Manuel tuvo la ocurrencia, que luego contó, de coger una
cuartilla y en dos columnas puso las cualidades de Sonrisas. Se ve que ganó la columna de las virtudes pues
contrajeron matrimonio.
En las noches de invierno, sus hijos al calor de la lareira
gallega, les preguntaban detalles de su noviazgo o sobre los abuelos, o sobre la boda, y no
tenían inconveniente en contarlo. Después de todo, era parte de su historia. En
esas conversaciones Manuel contaba que para conquistar a su futuro suegro, se
dio cuenta que le gustaba hablar sobre religión y entonces muchas de sus
conversaciones eran sobre la cuestiones relacionadas con este tema que estaban en ese momento en
el ambiente.
Esa familia tardó
varios años en tener el primer hijo.
Cuando Sonrisas quedó embarazada fue una alegría para todos y cuando nació el
primer hijo una gran alegría llenó los
días de esta familia, no sólo de los padres, sino de la familia más amplia.
Tanto sonrisas como Manuel procedían de familias numerosas.
Luego un segundo hijo se perdió en el camino. No le pusieron
nombre, pero estará como un angelito en el Cielo. Allí le conoceremos como un
joven apuesto, pues dicen los teólogos que en la otra vida, todos seremos jóvenes.
Pasó algún tiempo y vino otro hijo. Deseaban una niña pero a
Dios le pareció mejor que fuera un niño, Dios seguramente tendría sus planes. A
Sonrisas siempre le alegraba saber que un matrimonio conocido, esperaba un nuevo hijo y
el modo de hablar, como hacían muchas mujeres casadas, era parecido cuando le
preguntabas ¿Cuántos hijos tienes? , solían decir: de momento 2,3… Ese De
momento era muy significativo, pues quería decir que seguían abiertos a una
nueva vida. Esa apertura es un don de Dios y es consecuencia de creer
en Él como un Padre Providente.
La vida del matrimonio transcurría con tranquilidad:
trabajo, casa, fiestas familiares, pequeños viajes y los domingos todos a Misa
y los primeros viernes confesión y comunión. Todos estos puntos merecerían un
comentario.
Los niños crecían en edad y sabiduría como dice el Evangelio
que le pasaba a Jesús. Manuel se encargaba de irles enseñando según las
circunstancias lo requerían. Cuando el hijo pequeño sólo tenía 6 años y había
pasado la fiesta de la Circuncisión del Señor, le preguntó si sabía lo que era y, ante la respuesta negativa, le explicó con mucha sencillez y
verdad lo que era la circuncisión. Pasados los años este niño había crecido y
ya era un profesional , se dio cuenta que mucha gente ignoraba lo que era, eso
que incluso aparece en el Evangelio y se le hace una fiesta. Este niño ya lo
conoció desde muy pequeño.
La vida transcurría con sencillez. A veces muy justos de
dinero, pero hambre no pasaron. Dios es providente con sus hijos y al que hace
lo que está de su parte no le niega sus dones.¡ Cuantas familias pueden hablar de
cómo se multiplica la comida en sus despensas sin saber como, pero siempre hay!.
Luego llegó la bicicleta, la moto, el coche. La radio también
fue evolucionando y mejorando. Luego los ordenadores. Cuando uno de los hijos le
explicó a Manuel – ya jubilado - algo de informática, se quedaba asombrado
cuando veía como una lista de nombres se
podía ordenar por el apellido o
por la fecha de nacimiento y se hacía simplemente, con tocar la tecla adecuada,
en cosas de segundos.
Sonrisas, cuando llegaba su santo se encargaba de hacer una
fiestecita y reunía a sus hijos y familiares. Siempre decía que podía ser el último año, y entonces nadie se
negaba. Eran unas fiestas muy agradables
y divertidas. A veces incluso bailaba con el hijo mayor y decía de si misma que
era como una pluma, fácil de llevar.
Supongo que alguna vez discutirían, pero nunca lo hacían
delante de los hijos. Seguramente sabían que esas discusiones siempre producen
un trauma, un daño, a los hijos, aunque
sean ya mayores.
El sacramento del matrimonio les unió física y espiritualmente.
No disfrutaban en lo que hacían si no estaban juntos y compartían. Se santificaron
en lo ordinario y se ayudaron a ir por el camino de la santidad. Esa gracia y esa constancia e ilusión, la da el sacramento, es consecuencia de la bendición de Dios.
nota:
Estuve buscando en internet fotos de familias y me encontré con la ideología de género que pone como familias a personas del mismo sexo en muchos casos. Las que pongo, tienen esa fuente, internet, y son para ilustar el testimonio de este matrimonio, pero no tienen nada que ver con la realidad.
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