El rostro mestizo de Santa María de Guadalupe es de una
jovencita de gran belleza, en el se manifiesta ternura, compasión,
misericordia, consuelo y amor; está inclinado en signo de humildad, como lo
expresan los indígenas: “es importante esta mujer, porque se para frente al sol,
pisa la luna y se viste con las estrellas, pero su rostro nos dice que hay
alguien mayor que ella, porque esta inclinada en signo de respeto”. Pero es sorprendente que dicha inclinación coincide
con los mismos grados de inclinación de la tierra.
En ella se identifican todas las razas y, al mismo tiempo,
Ella ha tomado de nosotros su identidad como dice la tradición indígena de
Zozocolco, Veracruz: “su rostro no es ni de ellos (los españoles) ni de nosotros
(indígenas) sino de ambos”; por ello, se le llama con cariño la “Morenita”,
Madre de todos los pueblos.
Su nariz recta y perfecta, su boca muy hermosa y bien
proporcionada; en su labio inferior, por casualidad, cae un nudo de los hilos
de la tilma, resaltando su belleza y su gracia.
Seminarista
Federico Enyer Valiente Sandoval.
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