Estas son palabras de San Juan de la Cruz en su Cántico
espiritual.(1)
En una noche de
insomnio las leí y encontré un comentario
en que se decía que cada uno podía interpretar esas palabras como le
vinieran bien. Eso me pareció como encontrar en una autopista un área de
descanso.
Y me puse a pensar. Primero las interpreté directamente. El alma
se queja del Amado (de Dios) como diciendo
¿en dónde estás? No te veo por ningún lado, me dejaste solo y no siento tu presencia. Gimo, noto mi
soledad…Parece que no me escuchas.
De momento me quedé ahí, pero poco después le di la vuelta,
pensando en el Cantar de los cantares en donde se dice: Hijas de Jerusalén, si
veis a mi amado decidle que muero de amor. ¿Quién es el amado, Dios o el alma?
Es Dios quien pregunta y yo soy el amado. También puedo ser
el Amado con mayúscula, pues Dios me ama
tanto! Me ama por mí mismo, y Dios me dice ¿a dónde fuiste? ¿(Adán Donde estás?). Y Dios muere de amor por mi.
Nos escondemos de Dios tantas veces, y nos escondemos a veces en cosas
buenas, como el trabajo o en la diversión o con la radio a toda voz, o poniéndonos
los cascos. …Quita los cascos y oye a tu Dios.
Dios está a ver si le hacemos sitio, pero nada.
Y me dejaste. Dejar a Dios es ir hacia la nada, como aquellos
cerdos de Gerasa, del Evangelio, corren
hacia el precipicio. Dejamos al Amo y nos entretenemos con las
criaturas, con los siervos. Ya no somos totus tuus. Como Adán vamos
detrás de lo que nos da la gana,
aunque nos perjudique.
Con gemido. ¿Es Dios o el hombre quien gime?.-Dios gime en
la cruz, el hombre en la amargura de la
decepción, como hijo pródigo lejos de casa y hambriento. Se impone el
encuentro, la conversión, la vuelta a la gracia de Dios. Dios te espera en la confesión, para abrazarte.
Al releer estas reflexiones pensé también en la muerte de un ser querido en la
que hacemos parecida reflexión. Adonde
fuiste, donde estás ¿? Y viene a nuestra mente el credo que nos da respuesta:
creo en la vida eterna.
Está en esa Vida eterna, esperamos que estará viendo a
Dios cara a cara. El que cree en Mi no morirá para siempre, dijo Jesús. Ahí nos reencotraremos con la ayuda de Dios.
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(1) ¿ adonde te escondiste Amado,
y me dejaste con gemido?
como ciervo huiste
habiéndome herido;
sali tras ti
y eras ido.
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(1) ¿ adonde te escondiste Amado,
y me dejaste con gemido?
como ciervo huiste
habiéndome herido;
sali tras ti
y eras ido.
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