sábado, 8 de septiembre de 2018

Una historia que termina bien



Esta mañana me contaron la  historia de un niño de 4 años. Son de Oviedo.

 Venía este niño con sus padres a Santiago,  en plan de peregrinos. Dieron un paseo por una de las rúas típicas de Santiago  con soportales y de piso de piedra y al niño se le ocurrió ir a comprar un huevo  de chocolate.

La madre lo dejó ir, pero luego desapareció. Todos pensaron en lo peor. Los buscan por las casas cercanas y por las calles vecinas y nada, que el niño no aparece.

Ya saltan todas las alarmas, quizá un secuestro o algo parecido. La  desesperación se dibuja en la cara de los padres.

 Un transeúnte que es de esta parroquia se interesa y aconseja llamar a la policía. Primero  llaman a la policía municipal. Pero tarden en llegar y aquellos minutos les parecen eternos.

 Luego este feligrés de S. Cayetano decide llamar a la policía nacional. Y de allí  les contestan que tienen  una llamada sobre  un niño que está solo en un establecimiento de juguetes y que tiene las características del desaparecido.

Van inmediatamente  a buscar según los datos de la policía y efectivamente allí estaba el niño todo tranquilo jugando con uno de los juguetes que le habían dado para entretenerlo.

La historia terminan bien, y la cara de los padres era de inmensa alegría.

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