Esta mañana me levanté con la ilusión de hacer una romería
a un santuario de la Virgen, acompañado
o solo.
Hice un intento de convencer a un amigo de ir juntos, pero
no se encontraba muy bien y no le apetecía salir. Luego ya decidí ir solo a la
Virxe da Fonte, capilla mariana de la
que tengo llave y está cerca.
Un amigo, cuando supo que iba de romería a la Virgen se
ofreció a acompañarme. Me alegré de no ir solo.
Estaba Santiago desierto, como paralizado al ser el primero
de mayo. Todo cerrado y poquísimo tráfico.
Fuimos a pie por senderos en medio de jardines y altos
árboles y, para que no falte nada, un riachuelo cantarín que atraviesa el jardí y pasa por delante de la ermita. Entramos en la ermita. Abrí las puertas de par en par y vi con gusto que a
pesar de que se usa poco o casi nada, estaba limpia y ordenada.
Rezamos dentro de la ermita un rosario, despacio. Mientras veía las imágenes de la Angustia, de Juan el
Bautista y de S. José en el retablo. S. José con el Niño, aun muy pequeño, llevado
en brazos.
Mis pensamientos iban del rosario y sus misterios, a las
imágenes del retablo. La Virgen con el cuerpo de Cristo en el regazo, me hizo
pensar en la Iglesia, como muerta, con corona de espinas y con llagas abiertas.
Pero también en manos de María y con la resurrección
ya cerca. Dios no abandonó el cuerpo de Cristo
y tampoco abandona a la Iglesia. Ésta resucitará gloriosa, no sólo
al final de los tiempos, sino pronto si
rezamos y nos convertimos.
Ahí era fácil encomendar la actual situación de esta madre la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
S. José con el Niño en brazos me llevó a pensar en las
iglesias jóvenes, de Asia o de África, y en los
recién bautizados en todo el mundo (2800 adultos en Honkon), ahora en la
Pascua. Se los encomendamos a los cuidados de este gran patriarca.
Ya por último S. Juan Bautista señalando al cordero acostado
sobre un libro, me hizo pensar en la necesidad de hablar más de Jesucristo, con valor, sin respetos humanos, y de indicar
en donde encontrarle y en llevar a nuestros amigos a tener experiencia
eucarística viva de trato perEsonal con
Él.
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