La tarde de uno de
estos días pasados, estuvo llena de emoción. Un joven se acerca al despacho
parroquial con una cartera. Era una cartera más bien gorda, de color negro y
con un montón de tarjetas, papeles del super, estampas y un poco de dinero.
El chico que me la trajo me dio la impresión que no la había
tocado y lo que quería era desprenderse de la cartera y no tener problemas.
Estaba en uno de los bancos del jardín, no tirada sino
posada y como olvidada.
La cartera nos da poder. El estar sin cartera casi nos deja
desnudos. Sólo podemos andar y ver escaparates. Pues no podemos coger el
autobús, ni tomar un chocolate con churros , ni dar una limosna a un pobre que
nos viene con su historia.
La cartera nos da seguridad, no sólo por el dinero sino por
los datos que allí tenemos que son como nuestras mejores posibilidades.
Cuando me la entregó, lo primero que vi fuel el DNI. Vi que pertenecía
a una señora de mediana edad, cuyo nombre aparecía en facebook, pero de
teléfono de contacto de la dueña, nada. Traía la dirección postal y como no
quedaba lejos, decidimos unos chicos
y yo a llevarla en mano.
Preguntamos, pero quizá nos
equivocamos de número, pues nos
dijeron que no era allí.
Regresamos y ya decidí ver todo el contenido a ver si
encontrábamos alguna pista. Entre los papeles estaba el teléfono de una
floristería, por lo que deduje que era una señora con sensibilidad pues le
gustaban las flores.
Llamé a aquel teléfono, le di algunos datos y le describí la foto. La señora de la floristería no se
daba cuenta, aunque le parecía que la conocía aunque no estaba segura. De repente
se le ocurrió ir a la farmacia que estaba al lado. Fue con su teléfono y me
puso a la farmacéutica quien me dijo que
si, la conocía pues era su amiga.
Le di
mi teléfono y llamó a su amiga Carmen que así se llamaba. Al poco rato me llamó
toda contenta la interesada, diciéndome que era un poco despistada y que
vendría al día siguiente a buscar su cartera, como así hizo.
Varias personas
buenas hicieron una cadena de bien para solucionar un problema. Fue una cadena solidaria y amable, de bondad, que terminó bien. Cuanto
bien se puede hacer si somos un poco serviciales en cosas parecidas.
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