lunes, 6 de enero de 2020

D.Simón, un cura semi-rural, escribe una carta a las familias.





Navidad, 2020
Queridas Familias amigas:

Tenemos entre nosotros la buena costumbre de poner los Nacimientos en las tiendas, en las familias, en las parroquias y en las casas. Celebramos fiestas de familia con tal motivo. Estupenda costumbre. Con estas letras pretendo felicitarte yo también. Quisiera darle un tinte a esta felicitación de contenido doctrinal-religioso, para que no caigamos en una rutina más en la vida.
La Liturgia de la Iglesia nos propone empezar el Año Nuevo con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Esto quiere decir que en la práctica debemos empezar el año poniéndonos intencionadamente bajo su protección y amparo, rezándole y tratándola más, que probablemente buena falta nos hará, pero también sin agobios.

Y todo esto porque, la Virgen y Nosotros (personal y grupalmente también),  estamos ante un gran misterio: Dios.

 Hay un "verbo griego "symballo" que remite a la imagen de una cosa de la que debo encontrar la otra mitad para recomponerla con la mitad que yo tengo", dice Marko Ivan Rupnik. (Magnificat, N. 194). Eso hizo Dios con María, con nosotros y con las familias. Nos perfecciona y recompone.
Dios pensó en María para el misterio de su Encarnación escogiéndola para ser Madre de Dios; y María piensa en Dios ante la propuesta del ángel aceptando su propuesta y realización que  celebramos con el misterio del Nacimiento de Dios en Belén.
Lo mismo, igual que en María,  pasa con nosotros y nuestras Familias: El pensamiento de Dios en nosotros y en la Virgen, se remonta al Paraíso Terrenal. Sigue a lo largo de la Historia de la Salvación. Y nosotros personalmente,  y las familias también, debemos responder pensando más en los planes de Dios. Esto, se realiza por la Oración personal y colectiva, que se concretará en Jaculatorias, encuentros...para vivir la presencia de Dios.

 ¿Cómo conseguir responder plenamente a Dios? "A grandes males, grandes remedios". Nos valemos de la formación. Para  profundizar en ello nos  propone la Iglesia  la oración, moviendo nuestra voluntad ante las iniciativas que el Espíritu del Señor nos quiera plantear y que nos deben mover a cuidar de un modo ordenado y sin regateos todo esto con fe y esperanza.

Nos ayuda también el  hacer ambiente positivo donde nos encontremos, preguntar y hablar con sinceridad y humildad, sobre nuestras preocupaciones, tristezas y alegrías, y ,así,  nos devolverán el aire festivo de la Verdadera Navidad: que seremos nosotros mismos, como signo de esperanza segura a imitación de nuestra madre, María y que irá creando una cierta "empatía" en nuestro entorno.


                                                                                  Simón-David Castro Uzal // 5-enero-2020    
                 sdavidcuzal@gmail.com                                                                          


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