Pude celebrar la vigilia pascual en la parroquia, eso si, cumpliendo
con el real decreto de que fueran pocas personas, a puerta cerrada y con las
precauciones tantas veces repetidas de distancia entre personas etc.
Éramos 5 personas que
estábamos como una pequeña familia cerca del altar, aunque separados
convenientemente.
Seguimos el ritual de la Vigilia como si fuéramos los
primeros cristianos los que se reunían en las casas, a horas nocturnas, para celebrar
la Ss. Eucaristía, la Acción de gracias, y ,todo esto, en la soledad, aunque unidos
a muchos, a tantos que no podían venir, por las circunstancias.
Hubo un eco a las lecturas que fueron haciendo los presentes.
Me acuerdo de una reflexión en que uno de los presentes comentó el Evangelio que decía que un ángel, cuando llegaron
las mujeres, movió la piedra que tapaba el sepulcro de Cristo. Hubo un
terremoto, los soldados quedaron aterrados y el ángel dan un recado a las
mujeres, que anuncien a los apóstoles que Jesús ha RESUCITADO..
Ahora , decía el que hizo el comentario, tenemos encima la piedra de
la epidemia que nosotros solos no podemos quitar y necesitamos que Dios nos envíe
su ángel y entonces la cosa cambiará. También dentro de nosotros debiera haber
un terremoto que nos saque de la soberbia y nos lleve a Dios. Dejémonos tocar por Dios.
Así fueron comentando. El celebrante se fijó en una de las
lecturas en donde se dice que se endureció el corazón del faraón. Nosotros pedimos
a Dios que no nos endurezcamos sino que nos abramos con humildad a la gracia de
Dios.
La Misa fue
discurriendo en este ambiente, abierto a las luces de Dios.
Los que estaban en esta Misa, deseaban llevar la comunión a
sus familias y a otras familias amigas. Lo habían consultado con la autoridad eclesiástica competente, que les dio el visto bueno, y lo prepararon
con todo detalle.
Al terminar la Misa llevaron adecuadamente las partículas que
correspondían según las familias . Algunas con bastantes hijos y que llevaban más
de un mes sin comulgar y lo deseaban y necesitaban.
Aqui se dio el particular que no eran los cristianos que buscaban a Jesús,sino que era Jesús que buscaba y llamaba a la puerta de sus hijos.
Después de un par de horas les envié un whatsapp, para
ver cómo había transcurrido todo.
Una joven, decía que “para
mí ha sido como si fuera una de las mujeres que estaban en el sepulcro de Jesús y
que iban a anunciar a los apóstoles, que Cristo ha resucitado!!!. Gracias D. Víctor!!!! Ha sido
un regalo enorme. Que Dios lo bendiga.”
Otro decía: Muy bien y
los hermanos muy contentos. Muchas gracias. Ahora nosotros (su familia) estamos
en proceso de empezar en casa. Y manda la foto de la sala de estar.
Un tercero decía: el
recorrido ha sido perfecto. El Señor nos ha abierto la carretera para llegar a los
hermanos. Y los hermanos contentísimos. Muchas
gracias.
Manda también la foto de su casa y pone: aquí lo tenemos todo preparado.
Es una familia numerosa y todos comulgan.
Y ya el último en contestar dijo: Muy bien y a todos los que les he dado al Eucaristía muy contentos. Muchas
gracias! Cristo ha resucitado verdaderamente!!!
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