Tengo un amigo que ya
está jubilado y, como es normal a su edad, tiene varios achaques. Una tarde le
pregunté qué tal le iba. Su respuesta fue “acudo a mis padres que ya están en
el cielo, y les pido ayuda”. Dice que le da mucha confianza poner sus asuntos y
peticiones en mano de los padres.
Sé de alguien que acude a su madre, que era muy devota de S.
Antonio, y cuando pierde algo le dice
que hable con S. Antonio para que le
encuentre lo perdido. Y no falla.
De hecho al llegar al cielo, incluso dentro del purgatorio,
nuestros familiares no pierden la relación con nosotros y la tarea que Dios les
encomendó en la tierra la siguen haciendo también, en la Vida eterna.
En una ocasión una persona que se estaba muriendo preguntó al sacerdote si al otro lado, la estarían esperando. Es probable que allí estén nuestros
familiares para cantar junto con nosotros el
Hosamna que, dicen, cantaremos al entrar en la gloria del Cielo.
Hay una canción italiana titulada Nascosta rosa (Es la Virgen
la rosa escondida) que dice que después del muro de la muerte está esperándonos
la Virgen con una sonrisa. No en vano le hemos rezado tantas veces.
Los santos dicen que todos los pobres que hemos ayudado., vendrán a recibirnos y darnos las
gracias.
Me alegró leer en el Evangelio, cuando Jesús está en los últimos días en la tierra, antes de la Ascensión a los cielos, y dice
a los apóstoles que no teman que volverá y los llevará con Él. Será nuestro
guía y no nos dejará solos.
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