En uno de los muelles cercanos a Cambados pude ver con calma
una vieja barca, que me hizo pensar. No es una barca presumida porque ya perdió
los colores de la juventud, pero puede navegar y allí esta para lo que haga falta.
Está sola, tranquila, serena. Ya ha trabajado mucho para el
amo y allí está entre lo que parece infinito y el muelle cercano. Tal vez
esperando servir de nuevo en alguna nueva
aventura que la proponga el amo.
No se queja. Está en una aparente inutilidad, pero ella está
disponible, pues puede llevar a su amo a otros lugares o incluso al ancho mar,
a donde pueda ser útil. Ella se sabe querida por el amo, querida y mirada, a veces desde lejos y otras está a su lado,
cerca, como acariciándola.
Le saqué una foto antes de que llegue el desguace.
Estoy seguro
que nos podría contar muchas historias, historias de éxitos y algún fracaso,
pero todo sirve para darle carácter que tiene, su empaque de barca experimentada y útil.
Me idéntifico con esa barca y en ella veo a muchas personas conocidas y cercanas. al verla recuerdo unas palabras de
Camino, Que tu vida sea útil, deja poso,
ilumina… La barca puede ser un buen símbolo de nuestra misión de servir, de
darse a los demás con alegría, y de saberse queridos y mirados por el Amo.
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