Acto seguido me dio otro nombre y también lo conocía, y , ya por último, le dije quien era yo y, según ella , nos habíamos visto alguna vez y también tenía referencias mías.
Total, que nos enzarzamos en una conversación inesperada. En el curso de esa conversación me dijo la citada señora, yo al menos así se lo entendí, que tenía 4 niños y una niña. Los niños mayores, fueron monaguillos varios años pero lo fueron dejando y ahora quedan los más pequeños.
Le pregunté cómo no iba alguno para el seminario, y me contestó rápido: “Si Dios quiere a los 4, yo se los doy”
No hablamos mucho más pero me quedó el buen sabor de boca de una madre que no le pone pegas a los planes de Dios y a lo que Dios le pueda pedir.
Ojalá otras madres o padres, tuvieran esta buena disposición
e hicieran oraciones por la vocación de sus hijos. Pronto veríamos solucionado
el problema de la escasez de sacerdotes y de parroquias
huérfanas de un pastor
que la cuide.
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