En un coloquio con varios matrimonios, hablamos de la identidad cristiana de la familia. Me pareció un tema interesante pues, bastantes bautizados, viven como paganos y no se les nota su sello cristiano
Los que se lanzaron a hablar empezaron por decir que esa identidad se muestra en tener en la casa alguna imagen de la Virgen o de algún santo o de la Cruz.
Recuerdo con algo de pena como los herederos de las abuelas de siempre, traen las imágenes o crucifijo a la iglesia, en el mejor de los casos, y, otros, los tiran a los contenedores.
Encontré en una ocasión una hermosa Biblia en un contenedor, nuevecita y bien encuadernada. Naturalmente la recogí y luego se la regalé a una familia que la sabía valorar.
Luego, en la reunión, se fueron comentando algunos elementos que no podían faltar en una familia que hicieran visible esa identidad.
Se le nota que es familia cristiana si hay orden en la casa, cosa que comprendo no es fácil, pero indica que hay presencia de Dios. Y rara virtud, virtud sin orden. También se nota en el modo de trabajar en casa o fuera de casa. Un trabajo bien hecho, aunque nadie lo vea, es un trabajo que habla de Dios.
Una casa cristiana es un lugar de oración. Se reza en privado pero también en común, como por ejemplo para bendecir la mesa o para rezar el rosario, que es arma poderosa para vencer a los enemigos de Dios y de la familia.
Ha de ser un lugar en donde se nos escucha y nos interesa todo lo de los demás.
También se nota en muchas cosas más: en el modo de llevar la enfermedad y de cuidar a los enfermos, en cómo se muere, en las costumbre cristianas del agua bendita, escapulario del Carmen, bendecir la casa y por último, entre otras cosas, en el cuidado e interés por los lugares de culto.
En un pueblo que deja abandonada la iglesia, que está descuidada o que se cae, es un lugar en donde falta el espíritu cristiano y amor a Dios.
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