¡Descubre la espiritualidad de las pequeñas cosas!
¿Alguna vez te has preguntado si es posible ser espiritual y tener los pies en la tierra al mismo tiempo?... Te adelanto la respuesta: ¡Si es posible!De hecho, Jesús nos lo muestra claramente, al enseñarnos los misterios del Reino de Dios con ejemplos de la vida cotidiana: “en esa oportunidad, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños»” (Mateo 11:25).
En la Biblia, especialmente en el Evangelio de San Mateo, encontramos un gran número de parábolas que Jesús compartió con sus discípulos, para enseñarles grandes verdades, a través de ejemplos de la vida cotidiana o de la observación de la naturaleza.
En ese orden de ideas, podemos decir que cada momento de nuestro día y cada una de nuestras tareas cotidianas, puede ser una oportunidad perfecta para meditar en los misterios de la fe, y también una forma de acercarnos al Cielo.
Por ejemplo:
● Cuando hemos perdido algo que es de mucho valor para nosotros, ponemos toda nuestra energía y dedicamos mucho tiempo para buscarlo. De este modo, la parábola del hijo pródigo nos invita a buscar la Misericordia Divina cuando nos extraviamos, recordando cuán grande es el amor de Dios por nosotros, que es capaz de esperar nuestro regreso con los brazos abiertos.
● Cuando cocinamos, podemos observar cómo una suma de ingredientes muy diversos, pueden convertirse (gracias al trabajo de nuestras manos y de otros elementos como el efecto de la cocción, la alquimia alimentos), en un delicioso plato que nos permitirá disfrutar te, podemos aprovechar para meditar en la parábola del trigo y la cizaña, de modo que podamos comprender la importancia de dejar crecer la buena semilla del Reino de Dios en nuestras vidas, y de seguir su voluntad, para no perecer en el horno ardiente, sino que podamos alcanzar la vida eterna.
● Ordenar, sacudir el polvo, limpiar la casa, arrancar las malas hierbas del jardín... son tareas necesarias que debemos hacer con regularidad. De hecho, la parábola del sembrador nos permite entender que nuestro corazón también necesita estos cuidados regulares para poder recibir la palabra de Dios de manera correcta. ¿Y qué tal si te animas, con cada barrido, con cada sacudida, a pedir al Espíritu Santo que venga a limpiar y cuidar tu vida interior?
Escrito por: Alice Ollivier de Hozana.org
-Traducido y adaptado del francés por Sharael Sánchez
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