Visitar enfermos es una bonita obra de misericordia al alcance de todos. El día 3, viernes, fui con un compañero , a visitar a un sacerdote enfermo que ya no sale de casa, sólo va al médico cuando le toca, pues le cuesta mucho el andar.
Le avisamos y nos trasladamos a casa del amigo que vive a unos 60 km de Santiago. Le llevamos la comunión y, por si acaso, la posibilidad de la Unción de los enfermos.
Llegamos a casa y estaba en una salita entretenido con la TV. Suele ser la compañía que le dan a muchos enfermos, aunque no sea del todo recomendable llenar la imaginación de imágenes, aunque sean buenas.
Charlamos un rato de él y de nosotros y luego le ofrecimos recibir al Señor, es decir la comunión para la que se preparó y que luego recibió con amor y deseo, pues hacía algún tiempo que no se la llevaban. La comunión es un gran regalo que nunca lo agradeceremos lo bastante. Luego aceptó de muy buena gana la Unción de los enfermos y la bendición del Papa que puede dar un sacerdote en ese momento y que tiene indulgencia plenaria. Mi compañero le comentó que si se moría en ese momento que iría derecho al Cielo.
No hacía más que decirnos que le estábamos dando una gran alegría con esta visita y que nos estaba muy agradecido. Salimos de allí felices de haberle hecho feliz.
Todos debiéramos hacer algo por nuestros amigos enfermos o que están solos, o viven en residencias, pues les ayuda a recuperar los ánimos y a acercarse un poco más a Dios. La cuaresma es una buena ocasión.
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