Quiero introducir este artículo sobre las postrimerías con este título extraído del "Cantar de los cantares", que lo es también de un bello canto religioso que les invito a escuchar en youtube.
La muerte, cuando Dios la determine, no es un triste final de una vida más o menos afortunada, sino un encuentro con el Amado por toda la eternidad.
Hace años aprendí de un sacerdote santo la siguiente oración:
" Dios mío, ya desde ahora acepto como venida de tu mano cualquier género de muerte que quieras enviarme; con todas sus angustias, penas y dolores".
Ahora que estamos en Cuaresma, es ocasión propicia para repetirla, pues polvo somos y al polvo hemos de volver.
Aprovechemos los días, meses o años que nos queden de vida para anhelar el encuentro con el Señor si hemos sido fieles (o infieles conversos) y ofrezcamos ya de antemano nuestra propia muerte por alguna intención importante: la persona e intenciones del Papa, la Iglesia, la conversión de los pecadores o de alguien cercano...lo que el Señor sugiera a cada uno para concedernos cuando nos diga:
"Ven, Amada mía; ven a mi jardín".
Marta
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