Siempre me gustaron las imágenes y comparaciones y, una de esas imágenes, es la del templo.
Un templo ha de estar limpio, ordenado, hermoso y con Dios y un altar de ofrendas a ese Dios. En una palabra: acogedor.
Esa belleza interior se suele también expresar al exterior como el de esa iglesia de San Petesburgo.
Pues así ha de ser el alma.
Somos, por el bautismo templos de Dios. Recuerdo un Hippy que llegó a Santiago como peregrino y descubrió que era templo de Dios y no cesaba de decirlo con gran gozo.¡Soy templo de Dios!
Nuestro interior hay que ponerlo en orden , limpiarlo y adornarlo con virtudes y que en él habite el Espíritu Santo. Así seremos un magnífico templo de Dios.
Y hay que decir que no basta con limpiarlo una vez, hay que estar siempre encima bien atentos a los defectos que se presentan, para ir corrigiendo cada día.
El dramático salmo 74
El salmo 74 expresa lo que hace el enemigo con el templo: "todo en el santuario lo ha destrozado el enemigo, en el lugar de tus reuniones rugieron tus adversarios...a una cercenaban sus jambas y con hacha y martillo desgajaban, prendieron fuego a tu santuario..(ante eso el alma hace oración recordando el poder de Dios ) ...no entregues a la bestia, el alma de tu tórtola...
Así ocurre en el templo del alma cuando entra el enemigo. Deshace todo y sólo Dios es quien para ayudar a su tórtola en la pelea
El banco de alimentos (otra imagen)
Hay otra comparación sobre la riqueza interior.
Es frecuente ahora en las ciudades que haya bancos de alimentos. Allí van las parroquias y otras instituciones a surtirse para dar a los necesitados.
Pues bien, hay que multiplicar los bancos de alimentos, es más, todos hemos de ser un "banco de alimentos", pero espirituales, para poder dar a los que no tienen.
Para ser ese banco hay que poner medios apropiados: La palabra, los sacramentos, el estudio...y entonces tendremos mucho que ofrecer a todo el que venga a nosotros y , además, adaptado a sus necesidades.
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