jueves, 9 de mayo de 2013

Un polaco soberbio

De nuevo, un lunes más, estuve a las horas de la tarde con un grupo de peregrinos venidos de diversos países del mundo.
Allí estaba también  un  peregrino, Jesús, que cuenta su experiencia con detalle,  aunque me dice que se reserva alguna anécdota para más adelante. Venía con su mujer, una experta en inglés. Es un peregrino peculiar pues hizo el camino, pero él vive en Santiago y le conozco desde hace  bastante tiempo

Nos decía en la capilla del Pilar, que en el camino hay momentos de gozo por los paisajes bellos, o por la suavidad, por el verde, el olor de las hierbas recién pisadas, la soledad… Es un momento para elevarse a Dios y darle gracias por tanta belleza. Eso suele pasar por el País Basco y por Galicia.

Hay otras etapas, como el recorrido de Castilla, que es de monotonía, aridez, cansancio,  de un esfuerzo continuo, no se ve el final de todo aquello.



Comentaba que eso era como la misma vida: hay momentos de dulzura y momentos de  amargura o cansancio. Pero de este paso por Castilla decía que también   era positivo,  pues ayuda a fortalecer la voluntad, a acudir más a Dios en búsqueda de ayuda dependiendo de El en cada paso. Se aprende a sufrir por una buena causa, se piensa más en la meta. Se madura interiormente un poco más.  También es tiempo de tentación ¿dejar el camino?, Si tienes a alguien, un amigo al lado,  que te anima, todo se supera. Esto, aplicado a los problemas normales de la vida,  tiene bastantes consecuencias.

Al llegar  a los caminos de Galicia se encontró con un “polaco soberbio”. Era alto y fuerte, quizá de 100 kl. de peso,  joven, un chulo, como quien dice. Pero hablando con él,  sobre los motivos de  hacer el camino, le dijo estas maravillosas  palabras: vengo para pedirle al Apóstol que me quite la soberbia y me haga humilde.¡ Bravo por el polaco!.

Al lado de este peregrino - Jesús -,  estaba su mujer. Yo le vi muy contento, feliz, y se lo hice saber. Le pregunté como estaba tan contento y, mirando a su mujer, me dijo en voz baja: “es que ella me quiere”. El querer y el sabernos queridos  da tanta alegría,  que no se puede disimular.

También   estaba con nosotros una mejicana que en el camino, desde Francia, se había hecho amiga de una filipina que estaba en Estados Unidos y allí estaban juntas, disfrutando del encanto de la Catedral.
Contó la mejicana que  en la segunda etapa se cayó y  se hizo daño en una rodilla que se inflamó mucho y le dolía bastante. A pesar de  eso,  decidió seguir el camino a pie sufriendo los inconvenientes de su rodilla. Ya en Galicia, de pronto, se le paso toda hinchazón y dolor, sin poner  remedio alguno. Ella lo considera un milagro, un regalo del Apóstol. Como es de suponer,  estaba bien feliz.


2 comentarios:

  1. En la antigüedad los pueblos paganos seguían la Vía Láctea peregrinando a Fisterra, donde esta el templo de Sol. Según sus creencias el Sol pernotaba allí cada noche para salir por Oriente al día siguiente.
    El descubrimiento de la tumba de Santiago y el cristianismo dieron un significado espiritual a las peregrinaciones europeas. Peregrinar es buscar a Dios en un mismo por medio del camino, el sufrimiento y la soledad que conlleva todo ello.

    ResponderEliminar
  2. En Finisterre hay una calle que se llama Ara-Solis y allí , en esa calle, hay también una capilla llamada la Virgen del Buen Suceso.
    Los cristianos no tuvieron inconveniente en ver en el Sol al símbolo de Cristo al que aplicaron el Salmo: como el Sol que baja de lo alto.
    El sol da vida, Cristo da vida eterna, es decir, vida verdadera.
    Los que daban culto al sol, acogieron muy bien el cristianismo.
    Víctor Sánchez

    ResponderEliminar