Es un tema pensado para unos jóvenes que quieren confirmarse. Creo que deben conocer la verdad sobre la Iglesia a la que pertenecen y con quien se comprometen en la confirmación. La Iglesia les regala el Don del Espíritu Santo que les guía hacia la santidad personal.
Me aventuré a ir a internet un momento, para ver lo escrito sobre este tema y lo que
me encontré fue una lluvia de críticas. También
encontré algo positivo en concreto un sencillo video de 7 minutos que te
invito a ver. El enlace al final.
Hay que redescubrirla
Dice Juan Pablo II: “con motivo de esta V Jornada mundial de
la juventud, deseo, pues, invitar a
todos vosotros a un nuevo descubrimiento de la Iglesia y de vuestra misión en
Ella, en cuanto jóvenes.
La iglesia de Cristo es una realidad fascinante y maravillosa.
Es antigua porque cuenta con 2000 años, pero al mismo tiempo es
permanentemente joven, gracias al
Espíritu Santo que la anima”
La comunidad se reúne en la Misa |
En el credo afirmamos: Creo
en la Iglesia, ese es el nombre, pero luego le añadimos los apellidos que la
distinguen de parecidos o coincidencias,
pues es: una, santa,
católica y apostólica. Creemos en
la Iglesia católica: nos fiamos de su doctrina y moral, de su Jerarquía puesta
por Dios a la que escuchamos y sabemos tiene la asistencia del Espíritu Santo que no permite se desvíe de la voluntad de su
Fundador.
La Iglesia es obra de
Jesucristo, como consta en el Evangelio de un modo elocuente (Mc.3, 13-19 y
Mt.28, 18-20). Su finalidad es hacernos llegar su doctrina salvadora – cuyo
conjunto forma el depósito de la fe - y
la gracia que nos ganó en la Cruz y nos comunica a través de los 7 sacramentos
que administra la Iglesia.
Jesucristo ama y se
identifica con la Iglesia. Para que nosotros también la amemos es necesario
que nos acostumbremos a ver en la
Iglesia al mismo Cristo. Porque Cristo es quien vive en su Iglesia, quien por
medio de ella nos enseña, gobierna y confiere la santidad (Pio XII enc. Mystici
Corporis, 1943).
Sus miembros se hallan parte en la tierra, parte en el
Purgatorio y parte en el Cielo.
Tiene un historia, concreta que nos muestra el cumplimiento
de la promesa de Jesucristo a Pedro que “las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella”, Mt. 16, 18. El amor de Dios está detrás de cada
acontecimiento, aunque de una manera a veces oculta para los hombres: Dios
provee en la tierra según conveniencia de nuestro bien eterno, que es el
verdadero bien de la persona.
La confirmación |
Es camino ordinario de salvación: si el Hijo de Dios se ha
hecho hombre, enseñó una doctrina determinada, instituyó los sacramentos y funda
la Iglesia con una estructura bien determinada, no tiene sentido que el hombre
desprecie eso que Dios le ofrece como camino de salvación y que él invente sus
propios medios, una religión a su manera. El único mediador y camino de
salvación es Cristo quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo que es
la Iglesia (Lumen Gentium 14).
Hay que pertenecer a Ella en cuerpo y corazón. No se salva
el que sólo pertenece en cuerpo por el bautismo y que está en su estructura
pero no está en gracia de Dios.
Es una: Jesucristo fundo una sola Iglesia. En el
lenguaje del diálogo ecuménico se llaman iglesias a aquellas comunidades que
admiten el bautismo válido, tiene verdadero sacramento del orden sacerdotal y
por tanto verdadera eucaristía.
Con el término de comunidades eclesiales se designan a las
comunidades de occidente separadas de Roma a partir de la reforma luterana.
Es santa: porque
santa es su doctrina, santa su moral y santifica a las almas.
Es católica porque comunica la verdad de Jesucristo en
su plenitud y está destinada a manifestarse a todos los hombres especialmente
a través de la fe viva de los creyentes
al comportarse como fieles discípulos de Jesucristo.
Es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles.
Los obispos son sucesores del colegio
apostólico, por eso al ordenar a un sacerdote como obispo, está establecido que
le ordenen al menos tres obispos, como señal de su integración en el colegio
episcopal.
La Iglesia quiere escucharnos. Cualquiera, puede dirigirse
directamente al Papa o a la Jerarquía. Nuestra opinión es estimada y todo fiel
tiene derecho a ser escuchado.
Ahora unos testimonios:
Ahora unos testimonios:
MADRE TERESA ¿QUE DEBERÍA CAMBIAR EN LA IGLESIA?
Cuando le preguntaron a la Madre Teresa ¿Qué había que cambiar en la
Iglesia? Ella respondió: Vd y yo deberíamos cambiar, ser mejores servidores.
Papa Francisco: Paseo marítimo de Copacabana, Río de JaneiroSábado 27 de julio de 2013
Queridos jóvenes
Al verlos a ustedes, presentes hoy aquí, me viene a la mente la historia de
San Francisco de Asís. Ante el crucifijo oye la voz de Jesús, que le dice: «Ve,
Francisco, y repara mi casa». Y el joven Francisco responde con prontitud y
generosidad a esta llamada del Señor: repara mi casa. Pero, ¿qué casa? Poco a
poco se da cuenta de que no se trataba de hacer de albañil para reparar un
edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se
trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en
ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo.
También hoy el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia.
Queridos jóvenes, el Señor los necesita. También hoy llama a cada uno de
ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros. Queridos jóvenes, el Señor
hoy los llama.
De
una homilía de San Josemaría Escrivá
Hechos y dificultades
Pero, ¿qué es la Iglesia? ¿dónde está la Iglesia? Muchos cristianos, aturdidos y desorientados, no reciben respuesta segura a estas preguntas, y llegan quizá a pensar que aquellas que el Magisterio ha formulado por siglos -y que los buenos Catecismos proponían con esencial precisión y sencillez- han quedado superadas y han de ser substituidas por otras nuevas. Una serie de hechos y de dificultades parecen haberse dado cita, para ensombrecer el rostro limpio de la Iglesia. Unos sostienen: la Iglesia está aquí, en el afán por acomodarse a lo que llaman tiempos modernos Otros gritan: la Iglesia no es más que el ansia de solidaridad de los hombres; debemos cambiarla de acuerdo con las circunstancias actuales.
La misma Iglesia que fundó Cristo
Se equivocan. La Iglesia, hoy, es la misma que fundó Cristo, y no puede ser otra. Los Apóstoles y sus sucesores son vicarios de Dios para el régimen de la Iglesia, fundamentada en la fe y en los Sacramentos de la fe. Y así como no les es lícito establecer otra Iglesia, tampoco pueden transmitir otra Fe ni instituir otros Sacramentos.
Pero, ¿qué es la Iglesia? ¿dónde está la Iglesia? Muchos cristianos, aturdidos y desorientados, no reciben respuesta segura a estas preguntas, y llegan quizá a pensar que aquellas que el Magisterio ha formulado por siglos -y que los buenos Catecismos proponían con esencial precisión y sencillez- han quedado superadas y han de ser substituidas por otras nuevas. Una serie de hechos y de dificultades parecen haberse dado cita, para ensombrecer el rostro limpio de la Iglesia. Unos sostienen: la Iglesia está aquí, en el afán por acomodarse a lo que llaman tiempos modernos Otros gritan: la Iglesia no es más que el ansia de solidaridad de los hombres; debemos cambiarla de acuerdo con las circunstancias actuales.
La misma Iglesia que fundó Cristo
Se equivocan. La Iglesia, hoy, es la misma que fundó Cristo, y no puede ser otra. Los Apóstoles y sus sucesores son vicarios de Dios para el régimen de la Iglesia, fundamentada en la fe y en los Sacramentos de la fe. Y así como no les es lícito establecer otra Iglesia, tampoco pueden transmitir otra Fe ni instituir otros Sacramentos.
Compuesta por criaturas con miserias
Gens sancta pueblo santo, compuesto por criaturas con miserias: esta aparente contradicción marca un aspecto del misterio de la Iglesia. La Iglesia, que es divina, es también humana, porque está formada por hombres y los hombres tenemos defectos: omnes homines terra et cinis (Ecclo XVII, 31), todos somos polvo y ceniza.
Nuestro Señor Jesucristo, que funda la Iglesia Santa, espera que los miembros de este pueblo se empeñen continuamente en adquirir la santidad. No todos responden con lealtad a su llamada. Y en la Esposa de Cristo se perciben, al mismo tiempo, la maravilla del camino de salvación y las miserias de los que lo atraviesan…
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