sábado, 18 de enero de 2014

Tenía hambre de Dios


La parroquia es una fuente constante de anécdotas. Como no quiero que se pierdan,  ahí van algunas recientes.

Una señora mayor  que viene todos los días a la Santa Misa tuvo que ausentarse unos días a cuidar una amiga y con tal motivo se pasó una semana sin poder ir a Misa y  ni siquiera a visitar al Señor por un momento.
 Cuando llegó de vuelta,  decía que tenía hambre de Dios, de llenarse de Dios y se fue a la iglesia de las Huérfanas, aquí en Santiago,  en donde está el Santísimo expuesto constantemente y allí se pasó toda la mañana para llenarse de Dios. Vino feliz y contenta de ese encuentro. Desde luego Dios llena y no defrauda, es nuestro amigo que no nos deja solos.


Otra persona también mayor,  en distinta parroquia,  vino a apuntar una misa.
 Le pregunté por quien era la Misa,  y,  casi se echa a llorar. Me dijo que era por su marido que había muerto hace poco y que llevaban más de 50 años casados y habían tenido 8 hijos. Yo le di la enhorabuena por esos hijos y le dije que si hay amor el trabajo cansa, pero no cansa. Al menos,  eso es lo que me pasa a mí.

 Ella me dijo: tiene Vd. razón porque yo tuve a mi marido 4 años impedido y me dio mucho trabajo, pero también  lo hice con amor y no me cansaba, seguiría más años con mucho gusto de tenerlo cerca de mí.
Hay un dicho de que el amor da alas, y es cierto.Cuando se ama se quiere estar cerca de quien amamos y hacemos lo que sea para que esté feliz y no nos cansamos y además este amor nos da ideas nuevas de como ayudar al necesitado.
¿Cómo conseguir este amor? -  pues poniéndonos cerca de Jesús, siendo sus amigos,   para que él nos lo trasmita.
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