Una feligresa me contó que había estado en una conversación en que se hablaba
de los sacerdotes. No me dijo en donde, pero
yo pienso que pudo haber sido en la
peluquería o en algún sitio de espera. Desde luego hubo opiniones para todos los gustos.
Ella, esta feligresa, les dijo a sus interlocutoras que el sacerdote era como
un cáliz.
Un cáliz sirve para contener por unos instantes la Sangre de
Cristo. Suele ser de plata y por dentro dorado en oro. También se limpia
siempre antes de utilizarlo en la Misa, ya es como un rito, y, también al terminar de
usarlo. Se dora de vez en cuando el fondo del cáliz, pues
se oxida por los efectos del vino sobre todo si no se limpia bien. Se le tapa con el cubrecáliz
y se guarda muy bien.
Bueno, pues el sacerdote es como un cáliz. No somos de plata,
generalmente somos de latón que reluce, pero latón, y contenemos todo el bien que nos da el Orden
sacerdotal, desde luego todo es regalo de Dios: Perdonar los pecados, representar
a Cristo, celebrar la Misa, asistir a
enfermos y moribundos, dar catequesis etc.
Como todos los
cristianos, necesitamos limpieza, la ordinaria de la confesión frecuente y a
veces una limpieza más a fondo cuando hacemos ejercicios espirituales y en
otras ocasiones. El dorado es la formación y la oración. ..y si quiere tener brillantes o rubies, esos son las pequeñas mortificaciones.
Así nos quiso Dios y así hay que vernos y ayudarnos.
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