Una niña china, Lucia Xian, hizo su Primera Comunión. Le acompañaban
otras niñas, entre ellas varias chinas.
Ya en otra
primera comunión se hizo algo parecido, incluso en aquel caso, la niña traía el ramo de novia.
Al principio me vino un pensamiento de rechazo, me parecía que no era apropiada
esa imitación, pero luego pensé que Jesús en
el evangelio se presenta a sí mismo como el “novio”, y entonces ya me
pareció bien que en ese día estas niñas reciban en su casa al Novio y que ellas
vayan también de novias. Ojalá vayan verdaderamente enamoradas del Señor, como van las novias.
Lucía dio y recibió la paz a muchos, también se acercó al
celebrante, como ya lo venía haciendo en el catecismo de los domingos con otros
niños.
Renovó las promesas del bautismo con una vela encendida que
traía en la mano y respondió con voz alta y clara el si renuncio y el sí creo. Recibió
también el escapulario del Carmen según costumbre de esta parroquia.
Al final, Ana, la madre de Lucía, dio, en alta voz, unos
hermosos consejos a su hija, agradeció a la madre biológica donde quiera que
estuviera, el que hubiera tenido a Lucía porque
gracias a eso, ella también podía ser madre desde la adopción.Terminó diciendo que la querían mucho. Mucha gente se emocionó al oir estas palabras.
En la misa el sacerdote contó la historia de una niña china de 11 años que, arriesgado su vida,
comulgó en 32 días, las hostias consagradas esparcidas por el suelo por un ataque
comunista a la parroquia.El párroco las tenía contadas y la veía desde su arresto domiciliario.
Al final se dan cuenta los soldados y la matan a
golpes. Lo cuenta el obispo Fulton Sheen
con todo lujo de detalles en la Tv de Estados Unidos.
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