Tuve la visita de un pobre extraño. Era competente, sabía varias lenguas, pero
ante la pregunta sobre de donde era, no pude obtener respuesta. A todo
más me dijo que estaba mucho en Málaga.
Por algún momento pensé si sería alguien huido de la justicia, aunque no lo creo por
lo que luego me dijo.
Al final pude saber
su nombre: Elio. Cuando me lo dijo,
le conté que ese era un nombre italiano pues yo conocí un D. Elio
sacerdote en Roma. El sólo me dijo que no era D. Elio sino Elio.
Le día una pequeña limosna, como hago con casi todos, y ya le
despedía en la calle dándole la mano,
pero en ese momento le salió un poco de su sabiduría: la mano la tengo sucia, pero la
conciencia la tengo limpia. Entonces le pregunté si hacía mucho que no se
confesaba y me contestó que hacía poco tiempo. Y así nos despedimos.
Ahora hay mucha gente que se preocupa de su cuerpo, estar en
forma, hacer deporte, ducharse a todas las horas, incluso perfumarse, estar limpio de cuerpo, pero de su
conciencia, como me decía Elio,
no se preocupa. Quizá estos me podrían decir la mano si la tengo limpia, pero mi conciencia sabe Dios como estará, pues no me la miro desde hace tiempo.
no se preocupa. Quizá estos me podrían decir la mano si la tengo limpia, pero mi conciencia sabe Dios como estará, pues no me la miro desde hace tiempo.
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