Las imágenes y pinturas de
San Miguel que hay por diversos lugares casi siempre tienen la espada y el
diablo. Este, vencido y a sus pies.
San Mateo dice (Mt 10, 1):
“que les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos”. En los tiempos de
Jesús el demonio estaba muy metido en la sociedad y en algunas personas que las
poseía y manejaba. Ese poder del demonio va en retroceso desde Cristo y gracias
a Su Presencia. Hay una lámina de catequesis en la que aparece el nacimiento de
Cristo en Belén y se ve al demonio en retirada, medio encogido. A más presencia de Cristo en
la vida y en la sociedad, menos influjo del demonio. Los sucesores de los
apóstoles, obispos y sacerdotes, con ese don de Dios y autoridad, nos pueden ayudar a apartar de nuestras vidas
al demonio.
El 4 de agosto se celebra la
fiesta del Santo Cura de Ars; se cuenta en su vida que el demonio en ocasiones
le movía la cama y se la intentó quemar. Lo mismo son célebres las luchas del
Padre Pío, hoy santo, con el demonio que le daba puñetazos y la hacía otras
fechorías tal como se cuenta en su vida, todavía reciente.
La bendición anual de las
casas por el sacerdote fue una práctica generalizada, fundada en lo que dice
san Mateo del don de Dios a la Iglesia para expulsar espíritus inmundos. Con la
oración de la Iglesia y el agua bendita son muchos los demonios que salen de
las casas; ahora en nuestros tiempos apenas se bendicen las viviendas y no se
usa el agua bendita y por tanto, como es de imaginar, el demonio campa por sus
respetos. Pone al marido contra la mujer, a la mujer contra el marido, a los
hijos contra los padres, se deshacen matrimonios y muchos son llevados a la
pérdida del tesoro de la fe.
Don Álvaro del Portillo,
ahora beato, estuvo en una ocasión comiendo con Juan Pablo II. Y dice: “hablaba
con el Santo Padre, no sé de qué asunto, y yo comenté algo sobre el demonio. Estábamos
sentados a la mesa en el comedor y Juan
Pablo II me preguntó: " usted vio alguna vez al diablo".
– no Santo Padre, le
respondí, pero lo siento todos los días; y el Papa me dijo:
– lo mismo me
sucede a mí”.
El demonio existe y actúa, pero podemos vencerlo.
Son muchas las armas para
vencer al diablo: la oración, la cruz....Las cruces las hemos quitado de nuestras
casas y de otros lugares – cuantas vi tiradas ! – y por ese resquicio entró el
diablo.La cruz es protección. Son también armas la Misa, la bendición de las casas, la Palabra de
Dios, etc.
El diablo ha atacado
nuestra santa fe, en especial a la familia y a la vida que están desprotegidas,
a la confesión y a todos los sacramentos desde el bautismo al matrimonio. Como
decía un militar: al enemigo hay que conocerlo para así vencerlo. Ésta es la
situación.
San Miguel Arcángel,
protege a tu pueblo y arroja lejos de nosotros al enemigo de nuestra salvación.
Víctor Manuel Sánchez Lado
Párroco
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