Pasaba hace pocos días por delante de la iglesia de
Pastoriza. Iba a pie y se disfrutaba un buen día.
Me llamó la atención que a la puerta de dicha capilla, que estaba cerrada, estaba una monja, reconocible por su hábito. Estaba de rodillas, pegada a la puerta, y con los brazos en cruz. Supongo que estaría rezando, pero además, me hizo pensar.
Se adivina que no tenía respetos humanos
ningunos, no le importaba lo que podría pensar la gente. Por allí circulaban
todo tipo de personas, para arriba y para abajo, pero ella como si nada. Además se veía que no tenía prisa. Estuve a
punto de hacerle una foto, pero luego no me atreví.
Yo desde luego pensé que era una locura de enamorado, quizá tendría una petición urgente y estaba allí haciéndosela a la Virgen, la Madre del Buen Pastor.
. Me uní
interiormente a su petición y, ahora, pido a Dios que sean muchos los que acudan a
la Virgen en sus necesidades y que seamos libres para hacerlo como Dios nos
inspire.
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