Estuve en una comida el día de Ramos a la que me invitaron. Había
un buen grupo de familias y el ambiente estaba muy animado. Muchos niños y
matrimonios jóvenes.
Uno de los platos era pescado, como es corriente en Galicia. Una de las señoras le dijo a la compañera de
mesa: a mis hijos no les gusta el pescado. La otra le contestó, pues los míos, todos, aprecian el pescado y
les gusta mucho.
Y luego hizo esta
observación: a veces depende mucho de cómo se lo proponemos. Si se lo decimos
como diciendo come esto pero no es gran cosa, los niños ya
no se animan y lo desprecian , en cambio si se lo dices con convencimiento y un
poco de entusiasmo, lo cogen mejor, lo
prueban y termina gustándoles.
Me hizo pensar esta explicación, pues
hay muchas cosas que proponemos a los demás como estudiar inglés o matematicas, ir de excursión o a un museo o ir a la Santa Misa, y el éxito de las propuestas
depende del convencimiento con que lo
decimos. Luego si lo razonamos un poco, mucho mejor.
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