El Dr. José Carro dio una hermosa conferencia en la iglesia
de S. Roque preparando los 500 años de la fundación de la capilla y del voto de
Santiago.
Toda ella fue entorno al fenómeno de la peste y a la
intercesión de S. Roque sobre todo en una época en que no había microscopio y
no se sabía el proceso de la enfermedad. Ahora ya se sabe y está todo muy bien estudiado en
las facultades de medicina.
S. Roque atendió a los
infectados por la peste negra o bubónica, producida por una bacteria. Pero esto se sabe desde 1894. Las trasmisión era a
través de las picaduras de las pulgas; una sola picadura trasmite 100.000
bacterias.
Esta peste es gravísima y la padeció el mismo S. Roque. Luego
se curó por los cuidados de un perro que le llevaba pan para alimento y le lamía
las llagas. La saliva de los perros tiene propiedades curativas. Luego también
tuvo los cuidados del dueño del perro que extrañado por el comportamiento del
perro, encontró a s. Roque retirado en el bosque para no contagiar a otros.
Esta peste inflama los ganglios linfáticos que hay en las axilas y la ingle
que luego revientan y producen un gran dolor
y la muerte rápida.
S. Roque curaba a los enfermos con la limpieza y la señal de
la cruz.
Luego el conferenciante se extendió explicando cómo los peregrinos
tenían diversos distintivos. Los Romeros que iban a Roma, dos llaves cruzadas. Los
palmeros que iban a Tierra Santa con la palma y los jacobinos que venían a Santiago,
traían en el ala del sobrero al venir
con dos báculos cruzados y al volver añadían la concha de vieira. Así eran reconocidos y les ayudaban
en el camino. No eran bandidos.
San Roque fue romero
y su distintivo eran las llaves de S.
Pedro.
En Santiago llega la peste y se construye la capilla a S. Roque en las afueras de la ciudad para que la peste no entre. Se construye un hospital patrocinado por el arzobispo Francisco Blanco y al mismo tiempo se hace el voto a S.Roque pidiendo su intercesión.
A continuación describe
las procesiones del Cabildo y del Ayuntamiento que el recuerda de joven, y nos
habla de cómo se extendía el culto a través de estampas y novenas. Las plantas,
si no las riegas se mueren, decía.
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