martes, 9 de mayo de 2017

Francisco Pallas López, sacerdote.


Nació D. Francisco el 6-11-1923, en Razo, donde está la famosa playa turística. Procedía de una familia cristiana y practicante. Eran 9 hermanos.

El Juico final, de Kiko Argüello.María en la puerta.
Falleció el  domingo 7 de mayo en la residencia de ancianos de Santa Teresa Jornet de La Coruña, acompañado de una  religiosa y de su hermana,  mayor que él. Poco antes de dar el último suspiro abrió los ojos, miró a aquellas dos personas que le atendían y se fue a la puerta del Cielo. Fue muy bien atendido tanto espiritual como materialmente.

Decía su hermana que era el día del Buen Pastor, un buen día para morir un sacerdote. 

Pienso que la madre del Buen Pastor estaría esperándole a las puertas del Cielo, para introducirle en las estancias celestiales, cantando el Hosamna.

Le conocí y le traté cuando él estaba en San Cosme  de Antes, cerca de Santa Comba. Fui a su casa en varias ocasiones y allí hablábamos de lo divino y de lo humano. Se encontraba en esa parroquia muy a gusto y se preocupaba por el bienestar material  y espiritual de sus feligreses. 

Ahora le siguen recordando, y allí estaban algunos en el tanatorio,  a pesar de los años que llevaba fuera,  y mostraban su cariño con hermosas coronas de flores y palabras de aprecio. Uno de ellos decía que le  debieron haberle  insistido en que se quedase en S. Cosme,  en donde estaba muy  compenetrado con todos.

Luego estuvo bastantes años en Cerqueda hasta que se  jubiló. Se vino para la Casa Sacerdotal de Santiago en donde estuvo un par de años y luego se fue para La Coruña también en una residencia y cerca de sus hermanos que  le veían con frecuencia.

Le fui a ver al tanatorio de Carballo en una mañana gris y le fui encomendado a la Virgen que tanto queremos todos  los sacerdotes, sabedores de su omnipotencia suplicante. Pasé al lado de varios santuarios marianos en los que le iba encomendando, Guadalupe a la salida de S. Cayetano, luego la Virgen de Belén, mas tarde la Virgen de Entrecruces y por último la Milagrosa de Carballo.

Por el camino recé el Rosario por el  amigo finado y me iba  fijando en tantas flores de retama y cinamomo, pidiéndole al Señor que cada flor fuera un acto de amor que llegase al cielo a favor del hermano Francisco. La naturaleza estaba exuberante, bellísima y silenciosa,  facilitando la contemplación.

De don Francisco me han contado compañeros suyos que fue un  buen jugador de futbol, sobre todo entraba muy bien al balón con la cabeza y que era muy duro en su puesto de jugador.

En las parroquias ha quedado claro la predicación de Jesucristo y el amor a los hermanos. La  gente se sentía querida y le correspondieron  con amor. Ciertamente el amor en su doble aspecto  -Dios y el prójimo - es la ley fundamental por la que se  rigen los cristianos.

Él vive eternamente y pedimos siga intercediendo por nosotros.

Víctor M. Sánchez Lado 
Párroco de S.Cayetano

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