Tengo un amigo que durante un tiempo repetía: faltan
tenores; como si dijese, faltan santos. En otra época repetía a tiempo y
destiempo: vuelve el bonete. Era una broma, porque quien quiera puede usar el bonete, aunque,
la verdad, es que está en desuso casi
total.
Ahora, tal vez habría que decir (gritar): faltan seminaristas.
Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de varios
sacerdotes en estas semanas. Se fueron a pasar la Navidad en directo, en el
Cielo. Son D. Manuel Silveiro Figueroa,
D. Juan Santos Santorum de quien
publiqué una modesta reseña con foto, y ayer falleció D. Celestino López Calvo,
párroco emérito de Iria Flavia. Allí le vi
en una ocasión predicando en un funeral.
Está claro que se necesitan seminaristas. Quizá hay que abordar
a los jóvenes con inquietudes
de hacer algo grande con su vida, y proponerles la dedicación al sacerdocio.
Es una vocación que Dios da, pero hay
que ayudar a descubrirla como lo que es,
una entrega a unos planes de Dios en servicio de las comunidades cristianas y,
después, de todos los demás.
Conviene mirar a los jóvenes desde la oración y con esta
perspectiva verles como posibles
candidatos. Las parroquias los necesitan
y los quieren.
Pienso que sería bueno llevarles , como ya hacen algunos, a
las ordenaciones y también al velatorio
de un sacerdote. Esto les puede ayudar a
discernir.
Termino con unas palabras de Benedicto XVI:
Queridos hermanos y
hermanas consagrados, os agradezco vuestro testimonio y os aliento: mirad al
futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios, que no nos faltará
nunca, y el poder de su gracia, capaz de realizar siempre nuevas maravillas,
también en nosotros y con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario