Fui a la residencia de ancianos de San Marcos a visitar a
unas feligresas. Al pasar por una pasillo observé el movimiento extra de dos
empleadas jóvenes, colocando adornos y
escritos en las paredes de dicho pasillo.
Pregunté qué pasaba y me dijeron que se cumplían 175 años
del nacimiento de la Fundadora, Teresa Jornet (1843). Los escritos son frases
muy bien diseñadas de la santa. Quizá servirán de examen de conciencia para
unos y otros.
Es de justicia recordar a nuestros antepasados que dejaron
huella en la historia. Más que huella, un reguero de bien y de belleza en todos
los sentidos, humano y espiritual.
Hay belleza en hacer sonreír a un anciano, escuchar una
confidencia o un sufrimiento y dar ánimo. Hay también belleza en hacer
llevadera la enfermedad e incluso la muerte. Esto hacen las religiosas, tesoro
de la Iglesia y motivo de santo orgullo de los católicos. También las empleadas
participan de esta tarea y lo hacen muy
bien.
Las religiosas hacen su labor por amor a Dios y a los
ancianos que son Cristo. Es una labor si tasa de tiempo teniendo en cuenta las
personas. El anciano puede estar deteriorado, pero no deja de ser persona.
Se ve un derroche de atención y afecto que se concreta en palabras, atenciones, interés
no fingido y oración. Las religiosas rezan por sus ancianos y les ayudan a
mejorar en su vida espiritual respetando su libertad. Les quieren como Dios les
quiere, tal como son.
En la casa hay un clima de libertad, pueden moverse por
todos los lugares, pueden salir si están en condiciones y si sus amigos le vienen
a buscar no hay dificultad ninguna en salir con ellos.
Yo no veo en las religiosas más que caras alegres y felices,
que regalan sonrisas aunque a veces estén cansadas y que viven entregadas a
Dios que es el Amo de la casa. Son un perfume derramado y una presencia de María que
se difunde y llega a lejos, no sabemos
hasta donde. Es como la luz que se difunde a distancias insospechadas.
Hay que dar gracias a Dios porque ha inspirado a Santa
Teresa Jornet esta delicada atención con
la ancianidad y la preocupación de hacerles llevaderas las normales
dificultades de todos los días, incluida
la enfermedad y la muerte.
¿Qué decir de los
ancianos acogidos?
Los ancianos han de aprovechar esta oportunidad,
santificándose en esta etapa de su vida (tienen un sacerdote que pueden contar
con él), acercándose a Jesús como tantos
en el Evangelio, el es luz y salvación.
Pienso que han de procurar cooperar en la convivencia, no ser una carga en la medida de lo posible y agradecer lo que hacen por ellos devolviendo amor por amor.
Pienso que han de procurar cooperar en la convivencia, no ser una carga en la medida de lo posible y agradecer lo que hacen por ellos devolviendo amor por amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario