Una señora, que conozco, está en conversación con otra y hablan de Dios. La más
entendida, le anima a la otra a
practicar esa fe en Dios, un Dios que nos ama y que un día le veremos. Le explicaba como hacer para ir al cielo, guardando los mandamientos y así ir a ver a
Dios.
En un momento le dice: yo te puedo enseñar cómo ir al Cielo,
donde está la puerta, pero no te puedo abrir esa puerta. Quien la abre es Jesús,
el Hijo de Dios, y, la abre, por medio de los sacerdotes que tienen ese
poder para perdonarnos nuestros pecados
y así es como podemos entrar.
Ya dice el
Evangelio que hay que tener las lámparas encendidas, es decir estar sin pecado
mortal y en gracia de Dios.
Por eso, los conversos que han recibido esa gracia de la conversión,
van en seguida al sacerdote para bautizarse o confesarse o casarse si es el caso.
El pasaporte para entrar rápido en el cielo es la Unción de enfermos
que reciben los cristianos que saben de sus efectos benéficos para el cuerpo
y para el alma.
En caso de no tener sacerdote, Dios en su gran bondad nos
permite hacer una acto de perfecta contrición, pidiendo perdón de todo corazón y,
si te mueres, vas al Cielo y si no, ya te confesarás cuando busques sacerdote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario