Esta historia, que podría ser la tuya, me la contó un
compañero, testigo de los hechos.
En su parroquia se abría la iglesia bastante antes de la
hora de la Misa. Si ibas hacia el principio no había nadie en la iglesia. Todo
silencio.
Una señora de la parroquia, iba con frecuencia justo al
principio y allí pasaba un gran rato en la soledad.
Un día el sacerdote, un poco intrigado, le preguntó que
hacía en todo aquel tiempo ella sola. Le contestó que le gustaba aquel silencio
y que iba pasando por delante de cada santo y hablaba con él.
También delante de las imágenes de la Virgen que, aquí
en Galicia, suele haber varias en cada iglesia. Lo mismo, si había una imagen del Corazón de Jesús no
dudaba a pararse a hablar con él, siempre a su manera, con sus palabras e inquietudes.
Pero ante el
sagrario, no le llamaba a rezar. Pasaba por delante de él y no descubría que
justo allí no había una imagen, sino la realidad viva y palpitante del Cuerpo
de Cristo, que espera compañía, y tiene algo que decirnos.
Cuando se entra en una iglesia, la primera mirada debiera
ser para el sagrario, dentro está Jesús presente en las hostias consagradas en la Misa. Si yo entro
en una casa y veo la foto del amo y cerca está el amo, no me paro ante la foto,
sino que saludo primeramente al amo, vivo y que espera mi saludo y que me
escucha.
Así en la iglesia: primero el Amo (y que Amo!!!) y luego los
santiños y las velitas que son como una ofrenda y una prolongación de mi
oración.
También pudiera ser
otro el orden. Ver y hablar con los santos a través de sus imágenes
siendo eso una preparación para ir al encuentro con Jesús, vivo en el sagrario.
Ir con los santos y la Virgen
a Jesús, que es el importante y que está, está ahí, como en las calles de Jerusalén, aunque
oculto, como disfrazado, y vamos con Él
al Padre, ayudados del Espíritu Santo.
La presencia de Jesús se destaca por el lugar en donde se
coloca el sagrario que generalmente es central y también nos lo avisa la lámpara encendida, las flores, y en muchas
iglesias el conopeo, que es la tela que cubre el sagrario como si fuera una
tienda y nos recuerda que “puso su tienda entre nosotros” como dice el apóstol Juan(Jo.1).
Otro capítulo es, como ir a su encuentro. Pero esto lo dejo
a la imaginación de los lectores.
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