lunes, 5 de octubre de 2020

En la Casa sacerdotal

 

En la Casa sacerdotal  de Santiago somos un buen grupo de sacerdotes unos pocos todavía en activo, y, algunos, se han comprometido con las flores o con los pájaros. Tienen esa ocupación más bien divertida.

 

Hay, en los jardines,  una bonitas flores que ha regalado alguien y que cuidan entre varios. Las que puse ahí son Catharanthus roseus,  y reciben  distintos nombre populares como espanta novia, o vinca de Madagascar, flor del príncipe etc.


 

 Las vemos todos los días y disfrutamos con su colorido que alegra al que mira y quizá a alguno le lleva a alabar a Dios que nos quiso regalar esta belleza  y también por otras  flores  que, aunque no están aqui,  son una maravilla.


 

También  hay un amigo de los pájaros, yo creo que son gorriones la mayoría, pero tendría que fijarme más.

Este amigo de los pájaros  busca los restos de pan  que quedan en las mesas después de las comidas, los desmenuza con cuidado y los echa al jardín, casi siempre a la noche. Alguno también le pone comida a las mañanas.

Los pájaros madrugadores son los que  aprovechan esta comida; desaparece todo en seguida.. Ahora ya  vienen bandadas de gorriones porque se ve que se comunican entre ellos y  acuden todos al festín.

 Da gusto verlos como comen con ansia y no dejan un desperdicio.

 En ellos se cumple lo que decía el Señor,  que Dios los cuida, pues no plantan,  ni guardan en los graneros,  pero siempre tienen el alimento oportuno.

 Nosotros no hemos de temer por lo que comeremos o como nos vestiremos, somos,  para Dios,  más importantes que los pajarillos del campo.

 


 

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