Cada día es más frecuente oír ese preciso consejo: cuidese. Si viene un pobre a pedir y le das algo, se despide diciendo cuidese. Si estás con alguien en la calle hablando de las cosas de la vida, al terminar, te dice lo mismo.
El decir eso es una muestra de interés por el otro, al menos significa una buena
intención, un buen consejo, pero me parece poco. Hay que cuidarse a sí mismo,
pero también cuidar a los demás. Incluso cuidar a la naturaleza, la casa que Dios nos hizo.
Sobre esto, el papa Francisco ha recomendado fomentar la cultura del cuidar. Ser apasionados por cuidar a los demás, por hacerles la vida agradable y facilitar el camino de la santidad.
Hay que tener en cuenta que el cuidar al otro, el darse a los demás, ayuda a alcanzar la propia plenitud.
Nuestro modelo en todo es Jesús. El tomó la forma de siervo para poder servir y nos plantea a nosotros este dilema: o consumir nuestra existencia de una forma egoísta y solitaria, o dedicarse con todas las fuerzas a una tarea de servicio (Amigos de Dios 236)
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