En la puerta de un ascensor estaba este aviso: Averiado. No funciona.
Di gracias a Dios por no estar dentro, en el momento de la avería, pues me haría pasar un mal rato.
Acto seguido apliqué ese letrero a las personas, a mucha gente que se ve que no “funciona”, ni sube ni baja, es inútil, no sirve para lo que fue hecha. Y la razón es que algo está averiado.
Quizá como en el caso del ascensor, es algo pequeño que cualquier experto lo arregla en un plis-plas y ya está. Otras veces será algo más grave, pero siempre se encuentra una solución.
Para las cosas del espíritu Dios nos dejó a la Iglesia, a
laicos formados y a los sacerdotes, que tienen remedio para todo. No hay porque quedarse parado por algo que tiene remedio.
Lo dice Jesús en el Evangelio que todo pecado puede ser perdonado menos el pecado contra el Espíritu Santo de aquella persona que rechaza el escuchar a Dios, es una persona como el mal ladrón que teniendo la salvación al alcance de la mano, mira para otro lado como aparece en el viacrucis de Lourdes, y así se queda en su pecado.
Le faltó fe. Por eso es buenísimo pedir que nos aumente la fe y acogernos a la misericordia que Dios siempre nos ofrece.
Déjate ayudar como hizo el ascensor y ahora ya sigue funcionando.
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