Esta mañana, siguiendo una vieja costumbre, leí un trozo del Evangelio y me tocó la escena en que los apóstoles están en apuros en la barca y Jesús se les aparece andando sobre las aguas. Pedro, atrevido como siempre, le dice, Señor si eres Tú mándame ir a ti. Jesús le dice: Ven.( Mateo 14, 22)
Y Pedro se pone a andar sobre las aguas hacia Jesús, pero en un momento mira el oleaje le entra miedo y empieza a hundirse. Pero rápidamente mira a Jesús y le dice: Señor, sálvame que perezco. Jesús le da la mano y lo saca a flote y entran en la barca.
Este episodio me hizo pensar en mi y en muchos cristianos que ante la tentación, si dejan de mirar a Jesús se hunden en el odio, en la desesperación, o en la lujuria, o en la soberbia… no se han hundido pero van camino de hundirse del todo y de pecar.
Es el momento de mirar a Jesús y clamar, con fe, como Pedro: Señor, sálvame
que perezco, y Él nos dará la mano sacándonos de la tentación.
No falla.Haz la prueba y verás.
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