Juan Pablo II tiene una capilla dedicada a él en la basílica del Vaticano, es la segunda entrando a la derecha
La mayoría de los visitantes era gente joven, y allí pude estar un buen rato rezando. Al salir me sale al encuentro un joven que me saluda por el nombre y resulta que era de Santiago y estaba de viaje de novios. Como es lógico me sorprendió y me alegré mucho, pues casi nos vemos más en Roma que en el propio Santiago
Luego fui a ver la estatua de S. Pedro que estaba cerca de la capilla mayor y, a esa hora, protegida por vallas. Yo fui una mañana temprano a la hora de abrir ( a eso de las 10) y estaba todo al alcance de la mano y de la boca pues pude darle un beso en le pie de bronce ya muy gastado de tanto beso de sus devotos.
Estando en Roma hay que ir a la audiencia del Santo Padre. Había una largísima cola en la que tienes tiempo para rezar y para hacer amistades con los vecinos de la cola; a mi me tocó de estar con una familia mejicana muy habladora.
La sala “Pablo VI” se llenó a rebosar y también observé que la gran mayoría eran jóvenes. El Papa habló empezando a la hora en punto, aunque seguía llegando la gente pues era mucha la que quería verle. Fue entretenido pues no sólo habló el Papa sino que había intervenciones breves, con cantos o música, por parte de los diversos grupos que allí estaban.
Roma es famosa por los museos, grandes en todos los sentidos. Para ver los museos vaticanos había una cola de un kilómetro y pacientemente esperaban a que les llegase el turno. Se calcula que los verán a diario unas 10.000 personas. En una ocasión le oí a un guarda que a ver si, al menos una persona de todas esas, se convierte al ver tanto amor y tanta historia. No es mucho pedir.
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