Tuve la oportunidad de visitar Montecassino en mi estancia en Roma. Se va por autopista de Roma a Nápoles y hay una salida a Casino. Luego hay que subir por una carretera llena de peligrosas curvas hasta llegar a lo alto desde donde hay una bellísima panorámica y en donde encontramos el magnífico monasterio que fue destruido por los aliados, que pensaban que allí había un nido de alemanes bien armados. Fue totalmente reconstruido con dinero de Italia. Los italianos no aceptaron la ayuda norteamericana según nos contó el guía.
En Montecassino están enterrados San Benito y Santa Escolástica, su hermana, y allí van muchos a venerarlos. Coincidimos con un buen grupo de japoneses que luego de los oficios fueron a postrarse ante los restos de estos santos, que tanto influjo tuvieron en toda Europa.
Me llamó la atención que todo estaba abierto y se podía circular por la iglesia y anejos con toda paz. A la puerta del templo había dos carteles con unas palabras de la regla de S. Benito que decían lo siguiente:
“El oratorio (la iglesia) sea aquello que dice su nombre, o sea, lugar de oración; y, en el, no se haga ni se coloque nada extraño.
Acabada la oración salgan todos con total silencio y téngase un gran respeto a Dios, lo mismo que al hermano que quiera permanecer en oración por su cuenta, que no sea impedido por la falta de respeto de los demás.
Así el que desea orar en silencio simplemente entre y rece y no en voz alta sino con lágrimas y fervor interior.
Por esto al que no le interese la oración, no se crea autorizado a entrar en el oratorio para que los demás no sufran molestias”.
No viene mal recordar en estos tiempos tan bulliciosos, estas invitaciones al silencio.
Y al otro lado de la entrada se podía leer este cartel de la regla de S. Benito cap. 19 al 20
La oración
Si cuando queremos pedir alguna cosa a los poderosos no nos atrevemos a hacerlo a no ser con sumisión y respeto, cuanto mas si se trata de Dios, Señor del universo, conviene hacer las súplicas con toda humildad y pureza de intención!
Y estamos convencidos de que seremos oídos no por las muchas palabras sino por la pureza de corazón y el dolor de las lágrimas…
Pensemos por tanto con que disposiciones convenga estar delante de Dios y de sus Ángeles, y recemos de modo que nuestro espíritu concuerde con nuestras palabras”
Ya en el interior, detrás del altar mayor, hay unas capillas también con diversas leyendas tomadas de S. Benito:
Una dice
Con gravedad, con pocas palabras y razonables, habla y no seas gritón. (Está en latín)
No sólo con el corazón sino también con el cuerpo, muéstrate siempre con humildad a los que te ven,
Un buen fraile nos fue cotando historias piedra a piedra, pues él vivió mucho de lo que allí se hizo, pero es irrepetible, mejor es oírlo directamente.
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