martes, 14 de enero de 2014

D. Enrique Reigosa, un sacerdote bueno.


El lunes día 13 de enero fallecía en el Hospital general de Galicia, el clínico, D. Enrique Reigosa García, sacerdote de esta diócesis desde 1958 a quien he tratado durante muchos años.

Santo Tomé de  Quireza
Estuvo casi siempre en la parroquia de Santa María de Figueiras  a la que amaba entrañablemente y era correspondido por sus feligreses. Cuando le preguntábamos por sus feligreses siempre los defendía, como las madres, con razón o sin ella.

Llevaba tiempo – años – enfermo con diversas dolencias bastante graves, pero que las
 llevaba con buena cara y sin darles mayor importancia. No le impidieron atender a la parroquia ni confesar en la Catedral.
En la Catedral pasaba muchas horas dedicado al ministerio del sacramento de la penitencia. Iba todas las tardes y a veces a las mañanas. Tanto amor ponía  que no le costaba e incluso en las últimas semanas, teniendo dificultad para andar, lo solucionaba pidiendo un taxi que lo llevaba y lo traía de nuevo a su casa.
Yo me tengo confesado con él y  daba un consejo directo a lo que le decías, siempre breve, y  con una gran comprensión y cordialidad. Tenía este carisma.

Enrique Reigosa García




Le gustaba mucho la música y tenía estudios sobre la materia. Conservo un recuerdo suyo musical de estos últimos días. Le pedí que pusiera música a una conocida comunión espiritual y lo hizo con mucho gusto. Conservo unos pentagramas con su letra ya vacilante, pero con una bonita melodía.
Cuando estaba en el Hospital le comentaba a su sobrino cuanto le gustaría tener allí un piano para entretenerse con la música. Ahora, en el mundo  de Dios, como me decía un niño de catecismo quedará extasiado con los coros de los ángeles y con la música celestial.

retablo de la capilla mayor
Era un sacerdote con cara y gestos amables. Era bueno de verdad, sin malicia. Ponía un gran amor a la Ssª Eucaristía que recibía en el Hospital con especial devoción que edificaba a los presentes.

Panteón de un antepasado de D. Enrique
Buscó, por vocación, ayuda espiritual en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, para reforzar su vocación de sacerdote  secular diocesano y para alcanzar la santidad en el ejercicio de su ministerio, según la  ascética propia del Opus Dei. En su trabajo pastoral dependía sólo del Obispo y sólo al obispo daba cuenta de su labor. Tenía amor a la diócesis y se sentía bien unido al presbiterio diocesano, viviendo la fraternidad con todos los sacerdotes.
Asistía con gusto a los medios de formación de la Obra. Últimamente, aunque no podía moverse, pretendía que le lleváramos a esos medios, porque “ me anima tanto esa formación”, que no le gustaba nada perder aquella oportunidad.

Descansa en paz
Estuve en el velatorio en el tanatorio de Boisaca y eran muchas las personas de su parroquia que se acercaban a rezar y, disimuladamente, limpiaban las lágrimas consecuencia del cariño y de la emoción que, sin duda, sentían. Será enterrado en Quireza, su tierra natal.
Puse mi firma en el libro de firmas con esta jaculatoria: ”El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quien temeré?.

El funeral fue en Quireza tierra natal de Enrique. Lo presidió El vicario de Pontevedra D. Calixto Cobo quien habló sobre la necesidad de sacerdotes y de acudir al Señor para pedírselos ya que nos dice venid a mi.
 Asistieron  unos 25 sacerdotes y numeroso público especialmente de Figueiras.
 Al  final una joven de Figueiras leyó un escrito redactado por varias catequistas y colaboradoras de la parroquia, dando gracias a D. Enrique por su labor y entrega pastoral.
"Queremos testimoniar con nuestra presencia aquí, el pesar que sentimos por el fallecimiento de D. Enrique, pero también y sobre todo, mostrar nuestra gratitud por tantos años de entrega y dedicación a todos nosotros.
una vista de Quireza
Sabemos el esfuerzo que él ha realizado por sus feligreses, incluso a pesar de que su salud, en ocasiones, no lo acompañaba. por mucho que se diga, siempre será muy poco.
Él tan buen músico y compositor, hizo de su vida de sacerdote, una sinfonía de dedicación a los demás, fuera cual fuera su estado: niños ancianos, jóvenes...sufría con el enfermo y su familia y se alegraba con aquel o aquella que tenía un motivo para reír...
Gracias D. Enrique por su entrega como sacerdote y como amigo.
Gracias,  Señor, por habernos enviado un pastor que entregó  su vida al servicio del Evangelio"...









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