Tenía una cita con el médico y se lo comenté, de víspera, a una señora de la parroquia, mayor, que pasó por muchas enfermedades y operaciones graves.
Ella me dio un consejo: Vaya con alegría.
Me acordé de lo que me dijo, durante la larga espera para la consulta y aproveché para rezar y también invocar a la Virgen diciéndole muchas veces: causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.. Al fin creo que estuve alegre en la consulta y sin cara de vinagre.
Esta señora de la que os hablo, cuando va al médico, antes, pasa por la peluquería, va maquillada y muestra sin complejos su alegría y ganas de vivir. Dice que no tiene miedo a la muerte, pues ya sé que morir tengo que morir, pero al médico va para curarse, desde luego.
Dice que hasta el equipo médico trabaja mejor, mas a gusto, cuando los pacientes van sin agobios y tranquilos ante el futuro que les espera.
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